Defunción de la hermana Regina Goberna
Sant Benet de Montserrat, 6 Enero 2025
Nuestra hermana María Regina (Montserrat) Goberna y Julià nos dejó en la madrugada del día 3 de enero de 2025, a sus 90 años y 70 años de vida monástica.
Tras sufrir un infarto de miocardio y un ingreso hospitalario de un par de días, murio con paz.
Estuvo activa hasta el último día, creando belleza y transmitiendo la Palabra con pasión y entusiasmo, por todos los medios tecnológicos a su alcance.
Nos dejó muchas creaciones, en el taller de cerámica, en los libros y escritos, en charlas y powerpoints, esparcidas por todo el planeta. Tejió muchas y muy buenas amistades. Incluso, el día 23 de diciembre se acercó a la cárcel de Lledoners, para celebrar la Navidad con los internos, como tenía costumbre desde hacía algunos años. Su última publicación Las 12 mujeres del Evangelio , será su propio testamento.
La Madre abadesa, toda la comunidad y su familia os agradecen todas las muestras de cariño recibidas.
Las exequias tuvieron lugar el domingo día 5 de enero de 2025, a las once de la mañana, en la iglesia del monasterio de Sant Benet de Montserrat.
La siguiente es la homilía que ella misma escribió para ser leída en su entierro:
Escribo estas líneas en ocasión de los 90 años. Hace mucho tiempo que pienso en la muerte, pero como ahora la siento más cerca, aprovecho el momento.
Estoy delante de la gran ventana de mi celda. Un privilegio de paisaje. Dios está Aquí.
En estos momentos mi deseo es hablar de Jesús. Aquel a quien he estudiado y meditado tanto en los Evangelios. El Jesús Hijo de Dios en la Cruz, de Marcos; el Jesús Maestro, de Mateo; el Jesús amigo, de Lluc y el Jesús Amor, donde tantas veces me he abandonado, de Joan. El Jesús que AHORA me está esperando o que seguramente ya me tiene en sus brazos.
Si. Yo he sembrado en la debilidad, muchas veces en la incoherencia, pero Jesús me ha resucitado cada día, cada vez, en cada ocasión, y ahora, definitivamente. Como dice San Pablo, “Yo he sembrado un cuerpo de carne, y Dios me da uno espiritual”.
Durante toda la vida mi Salmo ha sido el 72, porque es mi número en el monasterio. Y este Salmo comienza con la envidia, que quizás sentí haciendo comparaciones con otras hermanas que me parecían con más cualidades que yo, pero que acaba tan UNIDO a Dios, que me lo puedo aplicar bien, al final de mi vida:
“¿Quien encuentro en el cielo fuera de Vos?
Y, si os tengo a Vos, no deseo nada más en la tierra.”
El Evangelio de Lucas que hemos leído es el que se me abrió al azar cuando murió mi madre, la primera de toda la familia: “No tengas miedo, PEQUEÑO REBAÑO…” ¡Qué bonito! “…Porque el Padre te quiere regalar el Reino. Si cuando El venga os encuentra velando…” Y yo espero, por su don, estar VELANDO en la última hora, si me encuentra velando, me hará sentarme a la Mesa, y se pondrá a SERVIRME. Yo, en la mesa de Dios, y El sirviéndome”. ¡GRACIAS, Señor!
Yo espero, pues, hoy, haberme encontrado definitivamente con Dios -como cantábamos en el canto de Entrada-, ya que el Espíritu de Jesús Resucitado me ha hecho su TEMPLO sagrado (Comunión).
Creo que haber escrito y vivido esto no es mérito mío, ni particularidad mía, sino Don que Dios nos hace a TODOS, y que nosotros hemos de agradecer. Por eso lo he escrito, para que TODOS vivan agradecidos y felices en este mundo, esperando después una felicidad todavía mucho más grande, infinita, eterna.