DOMINGO 23 DEL TIEMPO ORDINARIO – 8 septiembre

Ciclo B

La bondad milagrosa de Jesús

Vista de Gamala (joroba de camello) en la Decápolis . Sinagoga abajo izquierda

Mc 7,31-37 Jesús va a la Decápolis. Le presentan un sordo, y le piden que le imponga las manos.

Sinagoga, y Jesús de Julia Stankova. 1954. Bulgaria.

Jesús nos ama a todos. Y Él nos da su dignidad, incluso a nuestras discapacidades (físicas o espirituales).
Y su presencia provoca tanta confianza que nos cura.

Él le mete los dedos en los oídos y con la saliva le toca la lengua. Y, dice: «Ábrete». Y se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.

Jesús hace renacer en la persona, la grandeza del Dios que la habita, puesto que “Dios se ha vaciado dentro de la creación, y ya no le queda más que lo que nosotros tenemos dentro”
Maestro Eckhart (s. XIV)

Milagro del sordomudo

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, más lo proclamaban.

Jesús es la obra de Dios en la tierra, no un espectáculo.
¿Somos conscientes que está entre nosotros?

El Angel anuncia a la Virgen que Él, el Señor, quiere vivir entre nosotros

Con asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Solamente los sencillos ven el Bien que hay en el mundo, y nunca lo destruyen

La gente y la sinagoga

LA BONDAD MILAGROSA DE JESÚS

Todos tenemos discapacidades,
físicas o espirituales.
Quien no las reconoce, no se conoce.
Todos las disimulamos tanto como podemos.

Señor, sabemos que Tú las conoces,
y te compadeces.
Delante de Ti nos podemos presentar
tal cual somos, nos amas así.
No es necesario que nos las cures.
Tu presencia nos basta ¡GRACIAS!

UNA MONJA DEL MONASTERIO DE SANT BENET DE MONTSERRAT

Regina Goberna