DOMINGO 28 DEL TIEMPO ORDINARIO – 13 octubre
Ciclo B
LA POBREZA
EVANGÉLICA
Pinturas de Diego Rivera
1886-1957, MÉXICO
Mujer que comparte flores
Mc 10,17-30 Un joven se acercó a Jesús y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”
Padre del hijo que marchó de casa. El abrazo de perdón es el amor de Dios Padre
“Ya sabes los mandamientos: no matar, no robar, honrar al padre y a la madre”. Él replicó: “todo eso lo he cumplido desde pequeño”.
Practicar la ley sin fundamentalismos pide grandeza
de espíritu.
La ley trae armonía (letrero encima de la puerta)
Jesús lo miró con cariño y le dijo: “Una cosa te falta: vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, y luego sígueme”. A estas palabras, él se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Seguir a Jesús no es sólo una opción liberadora sino un don que hace feliz
Trabajadores y joven rico (arriba derecha)
Jesús dijo: “Hijos, ¡que difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero!
Los verdaderos pobres viven ayudando
Pedro le dijo: “nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús le respondió: “Os aseguro que quien deje casa, o hermanos, o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora cien veces más, y la vida eterna”.
Empobrecerte no es cosa de un día, se aprende cuando te das cuenta de lo mucho que recibes
Pobres en actitud humilde
LA POBREZA EVANGÉLICA
Ser pobre no quiere decir vestirte con harapos.
La pobreza del evangelio es saber
que tu sólo eres incompleto,
que necesitas a Dios y a los demás.
Es saber que Dios y los demás te enriquecen,
que tu sólo eres una obra inacabada.
Jesús dice: felices los pobres,
los que saben compartir, ayudar, socorrer, acoger, acompañar.
De ellos es el evangelio.
Para ellos he venido. Con ellos construyo mi reino.
UNA MONJA DEL MONASTERIO DE SANT BENET DE MONTSERRAT
Regina Goberna