DOMINGO 30 DEL TIEMPO ORDINARIO – 27 octubre
Ciclo B
JESÚS CURA LA CEGUERA DE LA IGLESIA
Pinturas de la Hna. Kim Ok-Soon,
2014, Corea del sur
Mc 10,46-52 Al salir de Jericó, Jesús encontró el ciego Bartimeo.
Jesús: Camino, Verdad y Vida. Sólo con Él podemos mirar el mundo sin desesperar. Y con Él cargamos todo el dolor del mundo en nuestro corazón.
Al oír que era Jesús, el ciego empezó a gritar: “Jesús, ten compasión de mí.” Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba aún más: “ten compasión de mí”.
Cualquier pobreza, física o espiritual, nos puede llevar a abrirnos a Dios, a los hermanos, al mundo, a la iglesia, donde todos tenemos un lugar y una tarea particular
Abierto al Espíritu de Dios, en todas las circunstancias
Jesús dijo: “Llamadlo.” Le llamaron diciéndole: “Ánimo, que Jesús te llama.” Él se acercó y le dijo: “Maestro, que pueda ver.” Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha curado.” Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Si se lo pedimos, Dios cura todas las cegueras, todas las heridas. Cada paso de Dios es la hora de renacer a una nueva Humanidad, con esfuerzo y entre todos
A la izquierda: los hombres de la ley lo miran. En el centro: Jesús cura al ciego abrazándolo. A la derecha: los demás ciegos van a Jesús.
¡JESÚS CURA LA CEGUERA DE LA IGLESIA!
¿Reconocemos nuestra ceguera?
Pensamos más en leyes que en bondad,
más en lo que deben hacer los demás
que en nuestra colaboración,
más en la culpa de los otros
que en nuestros errores.
Jesús, abre los ojos y el corazón de tu Iglesia
para que sepa seguir tus caminos de SINODALIDAD.
UNA MONJA DEL MONASTERIO DE SANT BENET DE MONTSERRAT
Regina Goberna