Hospitalidad de Abraham a los 3 ángeles, mientras Sara, en la puerta, se pone la mano en la boca para disimular la sonrisa.Basílica de San Vitale, Ravena, Italia (546-548 dC)
LAS MATRIARCAS
Las historias de las matriarcas marcan el inicio del Pueblo de Dios, y están contadas a través de “midrash” (formas antiguas de hacer teología) que quieren explicar cómo empezó a formarse ese Pueblo. Las matriarcas, pues, son explicadas casi exclusivamente bajo el punto de vista de la maternidad.
La maternidad era la manera asumida por las mujeres para asegurar la continuidad de su linaje, en su caso, que ellas creian elegido por Dios. Y valoraban su vida en ser capaces de mantener ese linaje vivo y en expasión.
He 11:11 Gracias a la FE, Sara, que era estéril, obtuvo la capacidad de fundar un linaje, aunque le había pasado la edad; es que puso la confianza en quien había hecho la promesa.
Abraham era de Ur de Caldea (actual Irak, tocando a Basora) y allí se casó con Sara. Un día el Señor dijo a Abraham: «Vete de tu país, hacia la tierra que yo te diré” y salieron de allí para ir al país de Canaán (Israel). Sara, era estéril y no tenía hijos. Una vez Dios se apareció a través de 3 ángeles a Abraham, en Mambré, y le dijeron a Abraham: «Sara, tu esposa, te dará un hijo, y le pondrás el nombre de ISAAC. Con él y con su descendencia mantendré para siempre MI ALIANZA. Yo la bendeciré y será MADRE DE PUEBLOS Y REYES”. Mientras Dios decía esto, Sara que lo escuchaba detrás de la puerta, reía, pensando que no podía ser. Por eso, al tener el hijo le puso Isaac, que significa “risa”.
Sara es la primera MATRIARCA de la historia de Israel, a quien Dios hace una gran promesa y al que el marido, Abraham, ama y respeto mucho. Sara, además, no será sólo MADRE del pueblo escogido, sino que, según san Pablo también es MADRE de los cristianos: “nosotros somos hijos de SARA, la mujer libre”.
Al morir Sara, Abraham compra un campo en propiedad para enterrarla. Así, a causa de ella, Abraham comienza a tener propiedades en la Tierra prometida.
Fue bajo la encina de Mambré. Ambos eran ya viejos y estaban tristes.
No tenían ningún hijo.
Y vino Yahvé a hablar con ellos: Sabes, tu mujer, cuando vuelva el próximo año, será madre.
Y ella que lo oía se rió.
¿Ríes, Sara? ¿No crees en el poder de Aquel que te ha creado?
No sabes que a Él le gusta hacer maravillas en los pequeños
que viven abandonados?
Cierto, vendrá el día, que todos bendecirán tu posteridad.
Y a una mujer de tu linaje, pequeña como tú, y agraciada,
las naciones le llamarán bienaventurada.
Ríe, Sara, que la alegría ha entrado en tu casa,
y el hijo que vas a infantar será el primer eslabón que llegará
hasta el mejor Hijo de la mayor Madre.
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Gen 16:13-14 Agar invocó al Señor, que le había hablado, con el nombre de «el Dios que me ve», porque se decía: «¿No he visto al que me ve?» Por eso aquel pozo se llama Lahai-Roí (que significa «pozo del Viviente que me ve») Y sabemos que Dios mira a los humildes.
Ps 25:9 “Dios enseña su camino a los HUMILDES”.
Cuando Abraham llevaba diez años residiendo en el país de Canaán, antes de que Sara tuviera el hijo, ella le dio a Agar, su esclava egipcia, a Abraham para que fuera también su esposa, y Agar tuvo un hijo que le puso Ismael. Entonces Agar menospreciaba a Sara por ser estéril.
Tras el nacimiento de Isaac, Sara sacó a Agar de casa, y ella, con su hijo, se fueron a vivir al desierto. Allí “el Dios que vive y que nos ve” (en hebreo: Lajai-Roí) la bendijo. Por eso se la considera MADRE de los beduinos, valientes cazadores.
Por la condición de esclava, Agar se convierte en una mujer de 2ª categoría, madre de los pueblos vecinos de Israel, pero una mujer de valor.
¿Agar, marchas de casa?
Llevas un fruto dentro, y estás altiva, de una mirada que se te ha hecho pesada.
Sara, la señora, te ha sacado fuera. Tú no tienes parte en la Alianza,
ni eres libre de hacer lo que quieres.
Grávida de humanidad, vas caminando para librarte sola, de ese peso pesado.
Pero mira, si estás llorando, Dios se ha fijado en ti. No tengas pena.
Desierto allá, haz frente al viento, al cielo, y al sol.
Mustiga, indefensa, estoica, te convertirás en la mujer fuerte de una raza de arqueros que luchan sin miedo. Y mira lejos, muy lejos… Verás en el horizonte a un Hijo de la señora que arriba la madera de la cruz,
como tú, de la ciudad excluido, “viviente”, “vidente” y muriente, también para ti la esclava, lleva su bendición.
Mi 5:1 «Y tú, Belén, eres pequeña para ser contada entre los clanes de Judá, pero de ti saldrá quien debe gobernar Israel.» La prudencia de Rebeca va pues de acuerdo con la preferencia de Dios..
Cuando Abraham ya era viejo, envió a su sirviente a buscar a su país de origen a una mujer para su hijo Isaac. Cuando el sirviente llegó al país, fue junto al pozo donde las mujeres solían llevar los rebaños a abrevar. Allí encontró a Rebeca, “una chica muy bonita”, que le dio de beber, generosamente, a él ya sus camellos. Ella era hija del hermano de Abraham, y el sirviente la pidió para casarse con Isaac. La familia, y ella misma, accedió al momento. Al llegar a Israel, Isaac se casó, la amó mucho, y tuvo dos hijos gemelos: “Lo primero que salió era rojizo, todo él cubierto como de un manto peludo: le pusieron el nombre de Esaú. A continuación salió su hermano, cogiendo con la mano el talón de Esaú: le pusieron el nombre de Jacob. Los chicos se hicieron mayores. Esaú llegó a ser un excelente cazador, mientras Jacob era un hombre de casa”. Isaac amaba a Esaú, pero Rebeca amaba a Jacob.
Ene 27:32-40. Cuando Isaac se hizo viejo, quiso bendecir a su hijo Esaú y le pidió que le hiciera un banquete con piezas de caza. Al salir Esaú hacia el bosque, Rebeca dijo a Jacob: tú, hijo mío, hazme caso, ve a encontrar a tu padre para que te bendiga. Jacob se puso los trajes de Esaú y le sirvió un banquete con el que Rebeca había preparado. Isaac, que era ciego, dudó de si realmente era Esaú, pero al sentir el olor de los trajes, le bendijo, diciendo: «¡Oh, el olor de mi hijo! Es la de un campo que el Señor bendice. Que, del rocío del cielo y del ufanor de la tierra, Dios te dé trigo y vino en abundancia. Que tengas pueblos por vasallos, y naciones que te presten homenaje. Sé señor de tus hermanos.» Rebeca, pues, da la vuelta a los planes de Isaac, que bendice a Jacob en lugar de Esaú. Y serán los 12 hijos de Jacob quienes darán origen al pueblo escogido.
Así Rebeca, es MADRE de las 12 tribus. Gracias a Rebeca Dios bendice a Jacob (a quien Yahvé pondrá el nombre de “ISRAEL”) que es el hijo pequeño, en lugar de Esaú, el mayor, a quien de hecho tocaba la primogenitura. Rebeca, sí, es la MADRE de Jacob, “Israel”, un hombre que amaba la vida de familia.
Pero Rebeca también es MADRE de Esaú, el patriarca de los pueblos edomitas, donde la tierra es “roja” como el propio Esaú.
Lía, la no amada, es la MADRE de las 4 tribus centrales y más importantes de Israel: Ruben, Simeón, Leví y Judá (esta última es la tribu de donde provienen David y Jesús).
Ella es CONSTANTE al querer tener hijos, aunque su marido siga sin quererla.
Antes de morir, Isaac llamó a Jacob, le bendijo y le dio esta orden: «No te cases con ninguna hija del país de Canaán. Vete a Padan-Aram, en casa de Betuel, el padre de tu madre. Toma por esposa a una chica de allí, una de las hijas de Labán, el hermano de tu madre”. Al llegar allí, Jacob estaba cerca del pozo, “viendo llegar a Raquel, la hija de su tío Labán, con el rebaño de éste, fue a la boca del pozo, hizo rodar la piedra que lo cerraba, y abrevó el rebaño. Entonces Jacob besó a Raquel, llorando”.
LÍA. Pero Labán tenía dos hijas. “La mayor se llamaba Lia, y la pequeña, Raquel. Lía tenía unos ojos apagados, Raquel era hermosa y de buen ver. Como Jacob se había enamorado de Raquel, dijo a Labán: «Trabajaré siete años a tu servicio para casarme con Raquel, tu hija pequeña. Jacob, pues, para conseguir Raquel, trabajó durante siete años, que le parecieron varios días, de tanto que le quería”. Después de 7 años, “Jacob dijo a Labán: «Dame mi mujer. Ya han pasado siete años y tengo ganas de casarme con ella.» Laban invitó a toda la gente de la región al banquete de boda. Pero, por la noche, Labán tomó a su hija Lia y la llevó a Jacob, que durmió con ella. Labán había dado su esclava Zilpá a su hija para que fuera su sirvienta. Al día siguiente por la mañana, Jacob se dio cuenta con sorpresa que había dormido con Lia, y protestó a Labán: «¿Por qué me has hecho esto? ¿No es por Raquel que he trabajado a tu servicio? ¿Por qué me has engañado?» Laban replicó: «Aquí no tenemos por costumbre casar primero a la hija pequeña y luego a la mayor. Termina la semana de boda y también la hija pequeña te será dada por el trabajo que harás durante siete años más a mi servicio.» Jacob se avino: después de la semana de boda con Lia, Labán le dio por mujer a su hija Raquel. Labán había dado su esclava Bilhà a su hija Raquel para que fuera su sirvienta. Jacob se casó también con Raquel y le amó más que a Lia. Y durante otros siete años siguió trabajando al servicio de Laban”. Jacob vivía en casa de Labán, su suegro, apacentándole los rebaños. “El Señor vio que Lía no era amada, y la hizo fecunda, mientras que Raquel era estéril. Lía quedó embarazada y dio a luz a un hijo, que llamó RUBEN. Ella explicaba: «El Señor ha visto mi humillación. Ahora mi marido me amará.» Volvió a quedar embarazada y dio a luz a un segundo hijo. Decía: «El Señor ha oído que yo no era amada y me ha dado otro hijo.» Y le llamó SIMEÓN. Volvió a quedar embarazada y dio a luz a un tercer hijo. Decía: «Esta vez mi marido se aficionará a mí, pues le he dado tres hijos.» Y le llamó LEVÍ. Volvió a quedar embarazada y dio a luz a un cuarto hijo. Decía: «Ahora alabaré al Señor.» Y le llamó JUDÀ. Y Lia paró de tener hijos.
ZILPA. Cuando Lía se dio cuenta de que ya no tenía más hijos, tomó a su sirvienta Zilpá y la dio a Jacob para que se uniera. “Zilpá, la sirvienta de Lia, dio un hijo a Jacob. Y Lía decía: «¡Qué suerte!» Y le puso el nombre de GAD. Zilpá, la sirvienta de Lia, dio un segundo hijo a Jacob. Y Lía decía: «¡Qué felicidad! Ahora las mujeres me felicitarán.» Y le puso el nombre de ASER.
Zilpà, es la MADRE de otras dos tribus marginales de la periferia de Isarael, GAD y ASER.
(LIA) “Dios volvió a escuchar a Lia. Ella volvió a quedar embarazada y le dio un quinto hijo a Jacob. Lía decía: «Dios me ha recompensado porque le he dado mi sirvienta a mi marido.» Le puso el nombre de ISACAR. Lía volvió a quedar embarazada y dio a Jacob un sexto hijo. Y decía: «Dios me ha hecho un buen regalo. Esta vez mi marido me honrará, pues le he dado seis hijos.» Le puso el nombre de ZABULÓ”.
Lía vuelve a ser MADRE de otras 2 tribus, pero tribus marginales del norte: Isacar y Zabulón.
1Cor 13:1 – 14:1 “Quien ama es paciente, es bondadoso; no tiene envidia, no es altivo ni orgulloso, no se irrita ni se venga; …todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta… El amor nunca pasará”.
Cuando Raquel vio que no podía dar hijos a Jacob, le dijo: «Toma mi sirvienta Bilhà: únete a ella y yo adoptaré a los hijos que infante.» Bilhà quedó embarazada. Raquel decía: «Dios ha escuchado mi ruego y me ha dado un hijo.» Por eso le puso DAN. Bilhà, volvió a quedar embarazada y dio otro hijo a Jacob. Raquel decía: «Dios me ha hecho vencer.» Por eso le llamó NEFTALÍ. Bilhà, pues esclava de Raquel fue MADRE de 2 tribus marginales del norte de Israel: Dan y Neftalí.
RAQUEL “Finalmente, Dios se acordó de Raquel, la escuchó y la hizo fecunda. Raquel quedó embarazada y dio a luz a un hijo. Ella decía: «Dios me ha quitado el deshonor.» Y le puso JOSEP, diciendo: «¡Que el Señor me añada otro hijo!» Entonces Raquel esperó a otro hijo, y el parto fue muy difícil. Mientras infantaba, la matrona le dijo: «Anímate, tienes otro hijo.» Raquel estaba muriendo. Antes de exhalar el último suspiro, le puso el nombre de Benoní, pero su padre le dio el de BENJAMÍN. Raquel murió, y la enterraron junto al camino de Efrata, que es Belén.
Raquel, por fin es MADRE de dos tribus muy queridas, la de José que salva a todo el pueblo cuando están en Egipto, y la de Benjamín, una tribu del centro, que dará lugar a las tribus de Efraín y Manasés (sus hijos) .
En la Biblia, pues, LIA juega el papel de la mujer no amada, y justamente por eso Dios le da FECUNDIDAD. La contrariedad se vuelve fecunda. De hecho LIA es la madre de JUDA, que tendrá al rey David por sucesor, y sobre todo de esta tribu nacerá Jesús, el Mesías.
Raquel es la mujer bonita y graciosa, incluso juguetona y atrevida, que a pesar de saberse querida, durante mucho tiempo lleva el luto de la INFECUNDIDAD. Por último cuando empieza a tener hijos, muere del parto. Las mujeres bíblicas son presentadas de cara a la posibilidad de ser madres del futuro MESIAS, y continuadoras del pueblo. Por eso la maternidad es tan importante para ellas. BILHÀ Y ZILPÀ como esclavas, son un instrumento a merced del deseo de sus amas de casa. Por eso sus hijos son los jefes de las tribus menos importantes de Israel.
El deseo de estas mujeres se concentra en el engendrar y parir, a fin de desempeñar un papel activo en la salvación de la humanidad.
DINA es hija de Lía, pero por ser mujer, entre las 12 tribus de Israel, el nombre de DINA queda completamente perdido. Ella fue violada por Siquem, entonces un hombre importante. Es la mujer objeto de la pasión, sin más valor que el de dar placer a un desconocido. La mujer anónima que desaparece sin dejar huella alguna en la historia.
Is 1:16-23 “Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad la JUSTICIA, defiended al huérfano, pleitead a favor de la VIUDA. Si vuestros pecados son como la escarlata, se volverán blancos como la nieve.”
TAMAR es la nuera de Judá (hijo de Lia). Ella se casó con Er, el hijo primogénito de Judá. Pero Er, ofendía al Señor, y el Señor le hizo morir. Entonces Judá dijo a Onán, su hijo 2º: «Cumple tu deber de cuñado: cásate con la viuda de tu hermano y da una descendencia a tu hermano.» Pero Onan, sabiendo que el hijo que nacería no sería suyo, también ofendió al Señor, que le hizo morir. Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: «Vuelve a casa de tu padre y queda viuda hasta que mi hijo Xelán se haya hecho mayor.» Decía esto porque temía que también Xelà muriera como sus hermanos. Tamar, pues, se fue a vivir a casa de su padre”.
Mientras Judá y sus hijos no se llevan bien, TAMAR es vista como fiel. Por eso recibirá de Dios la recompensa. “Tamar veía que Xelà ya se había hecho mayor y que no le habían casado con él. Entonces se quitó los vestidos de viuda, se cubrió la cara con un velo y se sentó en la entrada de Enaim, que se encuentra en el camino de Timná. Judá (su suegro) vio a Tamar y la tomó por una prostituta. No sabía que fuera su nuera. Se decantó del camino hacia donde estaba ella y le dijo: «Quiero estar contigo.» Ella le pidió: «¿Qué me vas a dar?». Él le respondió: «Te enviaré un cabrito de mi rebaño.» Ella replicó: «Sí, pero mientras tanto, dame una prenda.» Él preguntó: «¿Qué prenda quieres?» Ella respondió: «Tu sello con el cordón y el bastón que llevas.» Judá les dio y se acercó con ella, que quedó embarazada. Luego ella se fue, se quitó el velo y volvió a ponerse los trajes de viuda.
TAMAR se convierte en la mujer que con astucia, conseguirá ser MADRE del Mesías. Es la primera mujer que encontramos en la Genealogía de Jesús, según Mt 1,3.
“Unos tres meses más tarde, informaron a Judá: «¡Tamar, tu nuera, se ha prostituido y ha quedado embarazada!» Judá mandó: «Sácadla fuera y que la quemen.» Cuando ya la sacaban, le dijo a su suegro: «El hombre al que pertenece todo esto es quien me ha dejado embarazada.» Y añadió: «Mira a ver de quiénes son ese sello, ese cordón y ese bastón.» Judá les reconoció y exclamó: «Tiene más razón ella que yo, porque, de hecho, yo debía darle por esposa a mi hijo Xelán.» Cuando llegó la hora del parto, Tamar llevaba en el vientre dos gemelos: Peres y Zèrah.
Judá debe reconocer su pecado contra Tamar. Ella se juega la vida (Judá ya había dado la orden de que fuera quemada), para conseguir la maternidad que se le debía. En la mentalidad bíblica, su estrategia es alabada. Tan importante era la MATERNIDAD de las mujeres, por aquel entonces. Por eso será una de las 4 mujeres del Antiguo Testamento que constan en la genealogía de Jesús.
Ahora seguirán otras mujeres mucho más activas en la defensa del pueblo.