video ORA et LABORA, la vida en el Monasterio de Sant Benet de Montserrat

NUESTRA HISTORIA

SANT BENET DE MONTSERRAT

1952 – ….

MARIA del MAR ALBAJAR i VIÑAS

2015 – ….

Desde 2015, Maria del Mar Albajar es la Abadesa de nuestro Monasterio.
Creo que, con acierto y bonhomía, va llevando a cabo el programa que propuso el mismo día de su Bendición abacial:
Hacer una comunidad nueva, que sea el fruto de poner quien estamos al servicio unas de otras, dejándonos sorprender por la novedad que de ahí surge.
Una comunidad donde encontrarnos mirándonos los ojos, y volver a empezar cada día, sabiéndonos unidas en el misterio de un amor siempre mayor. Una comunidad en la que nos ayudamos y ayudamos a descubrir la luz que Dios ha puesto en el corazón de cada una para hacerla brillar. Una comunidad donde vivamos la alegría de amarnos con ese cariño que hace que el bien de la otra sea mi bien. Una comunidad arraigada en la confianza, comprometida con el mundo, abierta a la novedad del Espíritu.
Es tiempo de perdón, de compasión, y de la decidida voluntad de dejar brillar cada una su don con los demás”.

Para saber más ...

Historia de la tercera Abadesa del Monasterio de Sant Benet de Montserrat

Maria del Mar Albajar es la abadesa elegida por la comunidad, en 2015.

Justamente el día de su bendición, 19 de septiembre, en la Basílica de Sta. Maria de Montserrat, en unas breves palabras ella propuso lo que era su ilusión de cara a la Comunidad:

“Hacer una comunidad nueva, que sea el fruto de poner el que estamos al servicio unas de otras, dejándonos sorprender por la novedad que de ahí surge.
Una comunidad donde encontrarnos mirándonos los ojos, y volver a empezar cada día, sabiéndonos unidas en el misterio de un amor siempre mayor. Una comunidad en la que nos ayudamos y ayudamos a descubrir la luz que Dios ha puesto en el corazón de cada una para hacerla brillar. Una comunidad donde vivamos la alegría de amarnos con ese cariño que hace que el bien de la otra sea mi bien. Una comunidad arraigada en la confianza, comprometida con el mundo, abierta a la novedad del Espíritu.
Es tiempo de perdón, de compasión, y de la decidida voluntad de dejar brillar cada una su don con los demás
“.

En cuanto a estas palabras, creo que se han mantenido en el tiempo como deseo de convivencia, y de ahí ha nacido la nueva comunidad, la comunidad actual.

Pienso que ha sido sorprendente para nosotros la interpretación de San Benito y de la Regla benedictina que ella nos predica. En sus palabras está la espiritualidad de la escucha, del diálogo que nos hace nacer constantemente a una existencia nueva, de la capacidad de dejarnos sorprender por la realidad siempre cambiante. Y aquí, dice, tiene mucha importancia nuestra elección, que depende de nuestra LIBERTAD. Y si no llegamos a lograrlo, cree que lo único realista es la ESPERANZA.

Nos gustaría que algún día esta doctrina se extendiera a través de publicaciones.

Una novedad importante, es que aceptamos tener un monasterio en Manacor, donde en ese momento sólo quedaban dos monjas benedictinas, y necesitaban formar parte de otra comunidad. Tanto para ellas como para nosotros ha sido un don que nos pide ayudas, y que, al mismo tiempo, nos ha ensanchado el corazón. No sólo por el frecuente intercambio de personal, sino por la riqueza de relaciones, ya que la comunidad Manacor es muy querida por la ciudad.

Otra realidad nueva, es la de tener formado “legalmente” un voluntariado con el que compartimos camino y que nos proporciona unas ayudas bien apreciadas. El grupo promotor del voluntariado quiere acoger, coordinar y acompañar a las personas interesadas en colaborar con el monasterio de Sant Benet de Montserrat, mediante tareas de voluntariado. L’Associació del Voluntariat ‘Shemà está formada actualmente por siete personas, que se organizan en una junta. Dos de estas personas forman parte de la comunidad de Sant Benet. La presidenta es la abadesa del monasterio, Maria del Mar Albajar, y también forma parte otra hermana, que es la persona de contacto entre la Asociación y el Monasterio. Las cinco personas restantes de la Junta son cinco mujeres laicas, que se han conocido precisamente en el monasterio de Sant Benet en cursos, remansos o actividades que se han realizado. “Nos hemos sentido acogidas por esta comunidad y queremos compartir nuestra experiencia con otros, dándole a conocer y creando puentes de interrelación con la comunidad”, afirman desde la Asociación.

Otro cambio es el de haber entrado a formar parte de una Congregación Benedictina Europea de la Resurrección, en la que hay once monasterios: uno en Suecia, tres en Alemania, uno en Lituania, dos en Bélgica, dos en Holanda, uno en Francia, y nosotros en Montserrat. La relación no sólo se hace a través de visitas de las abadesas, sino que a menudo compartimos cursos de formación, no sólo presenciales, sino por “streaming”. Ni que decir tiene que es un enriquecimiento magnífico. Dentro de la Congregación, nuestra abadesa, Maria del Mar, es la responsable de la formación.
Por otra parte, nuestra abadesa, en 2018, fue elegida consejera del Consejo Administrativo del CIB, el órgano que anima a todas las benedictinas del mundo. Un sueño, para nosotros, el de formar una entidad Monástica Benedictina Internacional que nos represente ante la Iglesia con sede en Roma. Esto nos hace sentir más implicadas con el ideal benedictino en toda la tierra, en las diferentes realidades que se viven en las distintas regiones del mundo.

Sacar el velo en el hábito que vestimos, fue importante, ya que rompió con una tradición de siglos. Esto hizo que antes de dar el paso, lo reflexionáramos a fondo. Una hermana fue la encargada, y hago aquí un resumen de su estudio.

Hasta mediados del s. XX el llevar velo no ha sido un hecho problemático. En unas sociedades mayoritariamente católicas, se ha visto como un signo de consagración religiosa. Aunque después del Concilio Vaticano II se simplificó la forma, con los cambios sociales de los últimos decenios han alcanzado otras dimensiones simbólicas sobre el cubrirse de las mujeres con un velo entre las musulmanas, o las hindúes. Con múltiples reivindicaciones con resultados muy dolorosos.
Hoy, pues, en una sociedad mayoritariamente laica, el hecho se convierte en problemático.
Historia
El documento más antiguo del velo proviene del siglo XIII A.C., y restringe el uso a las mujeres nobles, prohibiéndolo a las prostitutas.
En muchos países el velo, todavía hoy, indica la no disponibilidad sexual, para las mujeres casadas. Indicando un signo de pertenencia, o de sumisión, al marido.
Con el tiempo se ha ido añadiendo el simbolismo religioso que manifiesta el “sagrado” o “consagrado”. Así en el judaísmo, el velo (Tal.lit) que llevan los hombres, sólo ellos, significa la relación masculina con el Sagrado.
Entre los ortodoxos, los obispos llevan también la cabeza tapada como señal de dedicación a Dios, y de autoridad.
Para las mujeres romanas el velo tuvo una función decorativa, o de luto.
Es 1Cor 11, 2-16, donde San Pablo da el principio de subordinación de la mujer respecto al marido, a la costumbre de las mujeres de cubrirse en la cabeza. Él pone al hombre por encima de la mujer, y es el velo el que lo expresa. Clemente de Alejandría y Tertuliano, lo dejan establecido para las mujeres vírgenes, consagradas a Dios.
Por aquel entonces la virginidad aparece como una nueva forma alternativa de vida. Y en los cenobios femeninos el velo es signo de consagración esponsal a Dios.
Hoy la crítica moderna feminista le ha cuestionado, tanto en sentido cultural como religioso, partiendo de la igualdad entre hombre y mujer.
Josep Otón Catalán (1963) dice: “a menudo sacralizamos los velos, y al absolutizar realidades contingentes, en vez de Transparentar a Dios, lo ocultamos“.

Siguiendo la voluntad de formación iniciada en el abadiato anterior, algunas hermanas han realizado, o están haciendo formación en el extranjero, en Roma, Cambridge (Inglaterra), o en Lovaina (Bélgica).

También se ha iniciado en el Monasterio una escuela Monástica internacional, llamada Sinclética, con formato híbrido, presencial y on-line. El Idioma oficial es el inglés, pero después se traduce subtitulado, al catalán y al castellano. Las charlas son impartidas por profesores de varios países. Consta de dos cursos, con temas complementarios que recogen lo mejor del pensamiento actual.

En cuanto al Focusing, desde 2005 la Madre Abadessa da formación al monasterio ya partir del año 2023 promueve la nueva escuela oficial de focusing acreditada para dar toda la titulación, es La escuela Focusing Montserrat.

Finalmente me gusta acabar haciendo notar un notable impulso en nuestro Taller de Cerámica a través de vocaciones jóvenes con carrera de arte, y de la colaboración de un gestor que presenta nuestro trabajo en lugares donde puede interesar. Necesitaríamos, evidentemente, trabajar y vender mucho más, pero es bueno notar que el mercado está en línea ascendente. Ya sabéis que es un trabajo muy querido por nosotros, y también apreciado por bastante gente.

Entrevistas i conferencias

ENTREVISTAS
Revista SERRA D’OR, Novembre 2022 (pdf)
SIGNES dels temps, 3CAT, capítulo 23-01-2022 (video)
Entrevista d’Antoni Bassas a Maria del Mar Albajar, Diari ARA, enero 2022 (Youtube)
Entrevista a Maria del Mar Albajar, Catalunya Religió, julio 2015 (Youtube)

CONFERENCIAS

«San Benet. Vivir como si Dios fuese verdad», FUENTES DE SABIDURÍA CRISTIANA, Ciclo de conferencias 2023-2024 (Youtube)
«La litúrgia com a relació transformadora entre Déu i nosaltres», Centre de Pastoral Litúrgica CPL, abril 2018 (Youtube)
«Romeria de Calella 2022, Diàleg amb Maria del Mar Albajar», Noviembre 2022 (Youtube)

MONTSERRAT VIÑAS i SANTOS

1995 – 2015

La M. Montserrat ha marcado un cambio de época en nuestro Monasterio, sobre todo como resultado de las renovaciones ya iniciadas después del Concilio Vaticano II.

Consolidada la nueva liturgia en catalán, y en una nueva iglesia con un gran ventanal abierto al cielo y en las montañas, por entre los brazos de un Cristo en cruz, hecho por sí misma, la oración ha sido siempre un punto central de la vida de comunidad. Y también las relaciones de confianza entre nosotros. El silencio tradicional de los monasterios, a veces fuente de individualismos o fines de mal entendidos, dejó paso al trato cordial y llano, tanto entre nosotros como con los visitantes.

A menudo la gente nos decía que sólo con llamar a la portería, se sentía la diferencia. Damos gracias a Dios.

Para saber más ...

Después de cuarenta años de abadiato de la Madre María Cecília Boqué y Dalmau llegó el momento de realizar el relevo.

El día 18 de enero de 1995 a las 5 de la tarde, presidió la elección de la nueva Abadessa el arzobispo Ricardo Maria Carlos, Cardenal de Barcelona. Salió elegida la Madre Montserrat Viñas y Santos. Y el día 17 de junio fue bendecida por el propio Sr. Cardenal en la iglesia de nuestro monasterio.

La comunidad de 40 monjas sentía que nuestra vida monástica debía cambiar y de hecho se renovó de verdad.

En el comentario en la Regla de St. Benet (Publicaciones de la Abadía de Montserrat. 2012), M. Montserrat explica el ideal de Comunidad que ella llevaba en el corazón: “Una comunidad donde cada persona pueda ser ella misma, una comunidad basada en la libertad, donde el vínculo de unión no sean las normas sino el amor y el respeto de unas por otras, y donde la búsqueda del bien común no presupone uniformización, sin miedo a la diferencia, ni a la novedad. Cuanto más vivamos de acuerdo con la voluntad de Dios, más originales seremos. Cada una somos una pieza única“.

En su abadiato M. Montserrat se puso realmente al servicio de la comunidad y nos animó a todas a hacer lo mismo, llevando a cabo una reforma inaudita en nuestro Monasterio. Ella creó una comunidad sin miedo, una escuela de libertad, que pasó de la reclusión al compromiso. Unas de las primeras recomendaciones que ella hizo en la Comunitat fueron: “debemos ser madres unas por otras“. Y creo que esta enseñanza es la que provocó el gran cambio de nuestra vida monástica.

Poco después del cambio de abadesa, llegaron más chicas que querían vivir en nuestra comunidad. Con la entrada de las nuevas vocaciones, se hizo evidente la necesidad de que tuvieran una formación teológica a su nivel, puesto que la mayoría tenían carrera universitaria. Y fue gracias a la ayuda del P. Abat Cassià, y de los monjes P. Pius Tragan, y P. Ramon Ribera, que se abrió la escuela teológica de los monjes del Monasterio de Montserrat a nuestras jóvenes.

Éste fue uno de los cambios más importantes, ya que hasta entonces todos los trabajos de la casa los hacíamos las monjas, sólo teníamos un campesino por el cuidado del huerto y algún trabajo pesado. No fue fácil porque tuvimos que contratar a personal externo para la cocina, la enfermería, etc. Y de hecho la economía que ya era suficientemente justa se resintió. Pero había que confiar en la providencia pensando que a la larga cosecharíamos sus frutos. Y ha sido así. Creímos que era importante que las jóvenes tuvieran una formación sólida, si queríamos que el papel de la mujer fuera relevante, tanto en la iglesia, como en el diálogo entre fe y cultura.

Otro cambio fue el de cómo realizar la integración de las chicas que iban llegando. Hasta entonces las novicias estában totalmente separadas de la comunidad y no podían hablar con las monjas. Entonces intentamos hacer un noviciado más adecuado a las necesidades del momento, dejando que la relación con las monjas fuera normal, así podían conocer más el talante de la comunidad.

El tema de la clausura también cambió, tanto por las chicas que entraban como por las monjas. Ya desde el comienzo de la nueva etapa, Sr. Cardenal nos dio permiso para ir a la Vigilia de Santa María en el santuario de Montserrat, diciéndonos que toda la montaña era nuestra clausura. Y nos lo creímos. También cambió el contacto con las familias, sobre todo con sus padres y hermanos, y en ocasiones de fiestas familiares.

Finalmente, después de 20 años de fructífero abadiado, el día 11 de junio de 2015 tuvimos una nueva elección de Abadessa, ya que M. Montserrat llevaba tres años presentando su dimisión al cumplir 70 años de edad. Y en la nueva elección, salió elegida como tercera Abadesa de nuestro monasterio Mª del Mar Albajar y Viñas.

Conferencias y Publicaciones

CONFERENCIAS
«15 Minuts al Cor, amb Montserrat Viñas», Iglésia de Barcelona, Noviembre 2013 (Youtube)

PUBLICACIONES
– “LA REGLA DE SANT BENET, Un camí per viure l’Evangeli“, Publicaciones de la Abadia de Montserrat, 2012

CECILIA BOQUÉ i DALMAU

1954 – 1995

La M.Cecilia, primera abadesa de nuestro monasterio de St. Benet de Montserrat, tuvo un largo abadiato, no sólo durante el tiempo de reformas del Concilio Vaticano II sino, en el tiempo inicial de completar las construcciones monásticas, y unir las dos comunidades de Barcelona y Mataró, y todo lo hizo con acierto y guiada por el espíritu monástico.
Sin embargo, hoy nos sentimos lejos de aquellas actuaciones a menudo autoritarias, propias de la época. La sinodalidad y la sencillez ahora también marcan la vida de los monasterios.
Y constatamos que cuando ella dejó el cargo también fue aceptándolo con gusto. Porque realmente supo retirarse, para dejar actuar con un talante diferente al que ella había tenido, aunque el espíritu de san Benito, seguía siendo el mismo.

Para saber más ...

La madre M. Cecília, primera abadesa del monasterio de San Benet de Montserrat, fue elegida por el abad Aurelio M. Escarré, que fue considerado el fundador del monasterio.

Después de que las comunidades de San Antonio y Santa Clara de Barcelona y la de San Benito de Mataró, esta residente ya en Santa Cecilia de Montserrat, se unieran para formar una sola comunidad, se iniciaran las obras del nuevo monasterio en el lugar donde había, medio en ruinas, el antiguo hotel Marcet.

Al 16 de diciembre de 1954 dando por finalizadas las obras, las monjas bajaron a ocuparlo, después de que el día 15 les fuera dada la primera abadesa, madre M. Cecília, hija de Les Borges del Camp, Tarragona, pero que vivió en Reus, con su numerosa familia. Ella era la mayor de 8 hermanos.

La bendición abacial fue el 5 de mayo de 1955 en la basílica de Montserrat. En esta ocasión, en la ciudad de Reus, salió un artículo titulado: “La abadesa más joven de España, en el monasterio más joven del mundo”. Ella tenía 37 años y el monasterio, entonces, había terminado su construcción parcial.

Como las dos comunidades juntas constaban de más de 80 miembros, y el nuevo edificio no tenía suficiente espacio, se optó por enviar el noviciado al monasterio de Girona, con la hermana M. Natividad Iglesias como maestra de novicias, además de enviar a otras monjas a ayudar a los monasterios de España.

Se debe ciertamente a la madre M. Cecília la consolidación de la unión de las dos comunidades de Barcelona y Mataró, hecha con acierto y tacto.
Uno de los hechos importantes, en ese momento preconciliar, en que no se podía salir del monasterio, fue la cultura que se dio a las monjas, por parte de los monjes de Montserrat: para teología el padre Evangelista Vilanova y el padre Luis Duch. Para filosofía el padre Andreu Marquès. Para liturgia el padre Alejandro Olivar. Para monástica el padre Cebrià Pifarré. Para música el padre Gregori Estrada, y para biblia el padre Guiu Camps. Con una asistencia especial por los padres Gabriel M. Brasó, y Odiló M. Cunill que velaron especialmente por nuestra comunidad.

En aquellos inicios la madre M. Cecília fue elegida como abadesa visitadora de los monasterios de España, colaborando en el encargo que los monjes de Montserrat tenían por orden del abad Emmanuel Caronti, benedictino de Subiaco. Italia. Cargo que había recibido de la Santa Sede, de cara a los Monasterios benedictinos de España en la posguerra.

En los primeros tiempos del abadiato de la M. M. Cecilia todavía había en las comunidades la división entre monjas “coristas” (de Coro) y las “hermanas” que entraban sin dote y no estudiaban latín, ya que su rezo era más sencillo y en catalán. Tras el Concilio Vaticano II, fue ella quien eliminó esta división y todas las monjas tomaron el lugar que les correspondía según la entrada al monasterio. A algunas de estas monjas jóvenes, incluso se les ofreció la posibilidad de estudiar a fin de acceder a puestos de responsabilidad.

Más tarde, en el ambiente de reformas conciliares, se quitaron las rejas que había en el monasterio, se simplificó el hábito, y se iniciaron las salidas comunitarias, una vez al año, que dejaron muy buen recuerdo a la comunidad, así como, durante el verano, ir a realizar unos días de vacaciones fuera del monasterio, en pequeños grupos.

El trabajo de nuestro monasterio, como casi el de todos los monasterios femeninos, era la confección de ornamentos litúrgicos, pero este trabajo quedó muy reducido debido a la simplificación de los ornamentos litúrgicos después del Concilio Vaticano II, y fue la madre M .Cecilia quien envió algunas monjas a la escuela Massana de Barcelona, ​​a fin de que la comunidad pudiera encontrar otras maneras de ganarse la vida. En nuestro monasterio pudimos abrir un taller de cerámica todavía vigente después de casi 60 años.

A medida que las vocaciones mermaron y las monjas mayores fueron muriendo, la comunidad pudo reducir su espacio vital, y la madre M. Cecília junto con la comunidad, abrimos una hospedería monástica que, con modificaciones, todavía hoy se mantiene .
Pronto, algunas monjas, empezaron a dar cursos bíblicos ya organizar “Pascuas Jóvenes” que tuvieron bastante éxito. Una actividad monástica femenina, muy poco corriente en ese momento.

Una vez financiada la deuda de la construcción del monasterio, la madre M. Cecilia impulsó la construcción de la iglesia, hasta entonces provisional por carencia de medios económicos. El Sr. Jordi Bonet Armengol no sólo diseñó una iglesia preciosa, sino que dio una fachada al monasterio y nos habilitó unos claustros que llenan de belleza nuestro espacio monástico.

Dado que su abadiato fue largo, ella tuvo interés en ir terminando la obra comenzada, y siempre que tuvo ocasión veló por su construcción, optando por dejar el ladrillo sin el recubrimiento de piedra que caracteriza nuestro monasterio , y esperando hacerlo más tarde. Lo que todavía hoy no se ha cumplido.

Si hubiera que decir una palabra sobre el mandato espiritual de madre M. Cecilia, quizás podríamos resumirlo con un versículo del salmo 15, que ella a menudo repetía con toda la sinceridad de su corazón: “Nadie como tú (Dios) me hace feliz” . Dios era, ciertamente, el centro de su vida y de su gozo interior.

Comunidad de Sant Benet de Montserrat, 1956

SANT BENET DE MATARO

1881 – 1952

Exterior de la Iglesia del monasterio de Sant Benet de Mataró

Interior de la Iglesia del monasterio
de Sant Benet de Mataró

Interior de la Iglesia del monasterio de Santa Cecilia

Fundación del Monasterio de St. Benet de Mataró (1881)

El Monasterio de Sant Benet de Mataró, fue fundado el día 28 de agosto del año 1881, por Dª Mª Carme Llinàs Reixach, monja benedictina del Monasterio de St. Daniel de Gerona.

Dª Carme Llinàs, nació el 28 de octubre de 1835 en la Villa de Sta. María de Palamós, obispado de Gerona. A principios de 1862 entró en el Monasterio de benedictinas de San Daniel de Girona.

En esa época en St. Daniel se vivía “en peculio” o sea que cada monja era ayudada económicamente por los familiares o amigos que tenía, y ella Dna. Carmen, deseosa de vivir la vida con los bienes en común, según el espíritu de la Regla de St. Benito, pensó en una fundación. Pasado un tiempo, habló con el sr. Dr. Masmitjà, Magistral de la Iglesia Catedral de Girona, quien la comprendió y ayudó, se preocupó de los trámites necesarios para obtener del sr. Obispo de Girona el permiso para la fundación. La ayuda económica, corrió a cargo de D. Josep Llinàs, hermano de Dª Carme Llinàs.

La intención de la fundadora era fundar en Tarragona y con personal de los tres monasterios de Barcelona. Pero por tener el dr. Masmedió más relación con Mataró, y también porque una de las fundadoras era de Mataró, se acordó que la fundación se haría en esa ciudad. Las fundadoras fueron, además de Dna. Carme Llinàs, Dª Maria Font y Mayoti y Dª Rosa Casas Espinal.

Después de entrevistarse el dr. Masmitjá con el Sr. Arciprestre de Mataró D. Francesc Pla, se propuso adquirir el convento que había sido de las R.R. Filipenses y que entonces era propiedad del Rvdo. P. Castaño, para que las fundadoras se instalaran allí, mientras se construiría el nuevo Monasterio de benedictinas. Al mismo tiempo se hicieron las gestiones necesarias para proponer a los monasterios de Sta. Clara y de St. Pere de les Puel·les de Barcelona por si alguna monja quería aceptar juntarse con Dª Carme Llinàs para tomar parte en la fundación. En Sta. Clara, por razones que nosotros ignoramos, no aceptaron la propuesta; en St. Pere de les Puel·les dos monjas aceptaron la propuesta con entusiasmo: Dª Maria Font y Mayoti y Dª Rosa Casas Espinal, naturales respectivamente de Mataró y Manresa.

El sr. Obispo de Barcelona de acuerdo con Dª. Abadesa del Monasterio de St. Pere de les Puel·les, Dª Amalia de Tini, escribió un decreto por la Comunidad de St. Pere, por si aceptaban desprenderse de dos monjas. El día 23 de agosto de 1881 llegó el Decreto de autorización de Roma y el día 27 del mismo mes se marcharon hacia Mataró las tres fundadoras.

El día 27 de agosto de 1881 salió Dª Carme Llinàs del Monasterio de St. Daniel de Girona, acompañada por el dr. Massià Magistral de la Catedral de Girona, y del Rvdm. SR. Rector de Palol de Duart, para dirigirse a la estación del ferrocarril en dirección al Empalme y allí reunirse con las demás fundadoras que venían del Monasterio de St. Pere de les Puel·les de Barcelona, ​​para entrar juntas en la ciudad de Mataró donde las recibieron el sr. Rector de St. Juan y el sr. Rector de St. José.

El dr. Gironés impuso la clausura canónica, como delegado del sr. Obispo de Barcelona.

Les primeres abadesses

Abadessa Mª Carme Llinàs, 1881 – 1905

El día 26 de agosto, se había recibido el nombramiento de Presidenta a favor de Dª Carme Llinàs.

Pronto empezaron a tener vocaciones, llegando a reunirse en el convento de St. José, nueve monjas de Corazón, y tres hermanas. Se pensó ya en poder comprar a buen precio unos terrenos en las afueras de Mataró, llamados “los Genovesos”, para poder construir el nuevo monasterio. El contrato de la compra se hizo el día 11 de agosto de 1889, pero la escritura de compra no se firmó hasta el día 5 de noviembre de 1892. El mismo día que se hizo el contrato, se bendijo la primera piedra del nuevo monasterio. Para poder tener el dinero necesario, se vendió el Convento de St. José, y las monjas ofrecieron sus dotes, pudiendo llegar a construir hasta 20 celdas y algunas salas de trabajo, aparte de la iglesia que era de estilo bizantino, pero sin la debida decoración.

El día 10 de mayo de 1893 pudieron trasladarse al nuevo monasterio de St. Benito de Mataró. Las monjas que se trasladaron fueron: Dª Carme Llinàs, Dª Maria Font, Dª Rosa Casas, fundadoras. Dª Mª Beneta Trillas, Dª Escolástica Pallarols, Dª Filomena Pigeu, Dª Mª Visitación Colomer, Dª Candelaria Orra, y Dª Concepción Dalmau, comes de Cor. Y Sor Amalia Marí, Sor Mansueta Llinàs, Sor Gertrudis Subirà, hermanas.

Según el ideal de la Fundadora, y también para ayudar a la parte económica del nuevo monasterio, se abrieron tres clases de primera enseñanza para niñas. Cuando la Comunidad de Mataró, ya tuvo el número de miembros necesarios para tener Abadessa, se solicitó al SR. Obispo de Barcelona que quisiera pasar Visita para realizar la elección de Abadessa. El 28 de julio del año 1900, año jubilar, SR. Obispo de Barcelona D. Morgades, acompañado del sr. Arcipreste de Sta. María de Mataró, y del P. Recoder de la Congregación de St. Vicens de Paul, acudió y la elección recayó a favor de Dª Carme Llinàs. La bendición abacial tuvo lugar al día siguiente día 29 del mismo mes. Quedando así erigido en abadía el Monasterio de St. Benito de Mataró.

El P. Recoder que hemos mencionado era hijo de Mataró, religioso de la Congregación de St. Vicens de Paul, pero últimamente vivió como simple sacerdote. Era de carácter fuerte, de mucho prestigio, espiritual, pero muy dominador. Cuando fue ya de edad avanzada le nombraron cura de las benedictinas de Mataró.

Según informes de monjas antiguas, poco a poco se fue metiendo en la comunidad, de tal forma que llegó a tener más autoridad que la propia Abadesa fundadora, a la cual le tocó sufrir mucho, al igual que toda la comunidad, ya que dicho Padre , se cuidaba de la parte espiritual y también de la material, incluso tenía las claves del archivo, caja, etc. Se hizo poner una reja en su hablador particular por donde le daban los documentos que él pedía.
Después de larga y dolorosa enfermedad, Dª. Abadesa Fundadora, Dª Carme Llinàs, murió el día 1 de noviembre de 1905. había regido la Comunidad durante 24 años.

Presidenta: Concepció Dalmau, 1905 – 1913

Después de la muerte de la Fundadora, la sucedió en el gobierno con el título de Presidenta, Dª Concepción Dalmau, la cual rigió la comunidad durante ocho años.

Presidenta: Abadessa: Mª Encarnació Serra, 1913 -1940

El día 12 de abril de 1913, fue nombrada Presidenta Dª Mª Encarnación Serra Cuadrada, que tan sólo tenía 28 años de edad. Al cabo de tres, el día 29 de abril de 1916, fue elegida Abadessa y recibió la bendición abacial el día 9 de febrero de 1917, de manos del sr. Obispo de Barcelona.
Cuando Dª Mª Encarnación Serra entró de Presidenta, pidió Visita Apostólica del Rddm. P. Abad de Montserrat, D. Antoni Mª Marcet. Lo primero que hizo el P. Abat Marcet al pasar Visita, fue hacer tapiar la verja del hablador particular del P. Recoder, y además lo hizo volver a su convento de Barcelona, ​​dejando de ser cura de las benedictinas de Mataró.
El P. Abat Marcet, siempre fue un buen puntal para las benedictinas de Mataró. Dª Mª Encarnació Serra, durante su abadiato, procuró la mejora y continuó la edificación del monasterio. Se construyó una nueva ala destinada a refectorio, cocina, sala de trabajo y algunas celdas. Incrementó la vida monástica y litúrgica, que se convirtió en un foco de irradiación de liturgia y canto gregoriano. Con la ayuda de los monjes de Montserrat, y con la colaboración de los Oblats, procurando toda la solemnidad posible al culto litúrgico.

La guerra civil española

Con motivo de la guerra civil española de los años 1936-1939, la Comunidad que contaba con 31 miembros y 55 años desde su fundación, se vio obligada a abandonar el monasterio.
Fue uno de los días más trágicos de julio de 1936. Hacia la madrugada, el inicio de un primer intento de incendio en el Monasterio, hacía presentir el estado gravísimo de la situación.
Extinguido éste recurrieron a la oración. Fueron al Coro a rezar el Oficio Divino, oración que poco después, sería interrumpida por espacio de tres años. En el canto de la Salve de Laudes, precisamente en las palabras: “Oh clemens, oh Pia…”, un aviso de peligro inminente las sacó del Coro, vestirse de seglares y abandonar aquel lugar de paz tan querido, y sellado por recuerdos imborrables.
Las monjas se refugiaron en casa de la familia Augé, grandes amigos y benefactores de la Comunidad. La Sra. Abadesa iba distribuyendo momentáneamente a los miembros de la Comunidad, entre los familiares y amistades que generosamente venían a ofrecer su hogar y su ayuda.
Nada más salir las monjas, los milicianos entraron en las dependencias del Monasterio, destrozándolo todo, y finalmente le prendieron fuego.
Pasados ​​los primeros días, se procuraró el traslado a las respectivas familias o amistades, quienes no tenían familia. No faltaron contratiempos, detenciones, registros, insultos, etc.
La abnegación maternal de Sra. Abadessa, es digna de mención, tanto más cuanto por razón de pertenecer a nacionalidad americana, le habría sido fácil adquirir el pasaporte extranjero, pero consciente de su responsabilidad prefirió el sacrificio personal, en favor de la Comunidad.
Una vez estuvo ya colocada toda la Comunidad, la Sra. Abadesa, Dª Mª Luisa, Dª Joaquima y Dª Mª Assumpta Elias, fueron a Barcelona. Durante el viaje en tren, fueron objeto de observación, puesto que la indumentaria no disimulaba que eran monjas. Al llegar a la estación de Francia, sufrieron un cacheo. Para poder tener el permiso de circulación tuvieron que ir a la Generalitat, siempre acompañadas de un miliciano anarquista, que según él: “no respetaría ni a su propia madre”. Más tarde, en un momento dado, cambió ese corazón de piedra con sentimientos más humanitarios. El Señor velaba por ellas y las protegía.
Por fin obtuvieron el permiso de circulación, pero no individual sino colectivo, lo que les trajo grandes inconvenientes.
La Sra. Abadessa estuvo un mes en Cervera en casa de Dª Assumpció Elias, y después pasó todo el tiempo de la guerra entre Argentona y Mataró, a fin de velar, de más cerca, por las monjas ancianas y también vigilar el monasterio. En Mataró residieron como criadas de servicio, Dª Pilar Laguna y Dª Semproniana.
Un pequeño grupo de monjas se fueron a Francia: Dª Mª Lluïsa, Mª del Carmen, Mª Montserrat Pedrós. Mª Josefina, Mª Joaquina Bronchal; ya que tuvieron la oportunidad de trasladarse allá, donde fueron acogidas con toda caridad en el Monasterio de Sta. Escolástica de Dourgne.
Más tarde también fueron Dª Maria Sindreu y Sor Joana Mª Sindreu, que eran profesa temporal y novicia respectivamente.
El sr. Joaquim Horta oblato benedictino de Mataró, tenía mucha relación con los monjes de En-Calcat. El P. Maur había visitado el Monasterio de Mataró, ofreciéndoles que si, como se preveía, debido a la situación política de España, estallaba la revolución, fueran a Sta. Escolástica de Dourgne. Por medio del Consulado Francés, se pusieron en relación con aquel Monasterio, y dados todos los pasos pudieron marcharse a Francia. En Dourgne fueron recibidas con toda caridad y fraternalmente, y las trataron como si fueran monjas de aquel monasterio, todo el tiempo que duró ese forzado exilio.
Sor Mª Escolástica Coromina, después de dificultades y peligros, pudo trasladarse a Ripoll y más tarde a Ribes donde vivió con su hermana Sor Mª Teresa, monja benedictina del Monasterio de Sta. Clara de Barcelona. Ambas estuvieron juntas unos dos años y se dedicaban a realizar trabajos por las casas.
Más tarde Sor Mª Teresa tuvo que trasladarse a Ripoll para acompañar a una hermana suya. El día 24 de octubre de 1938, Sor Mª Teresa fue a buscar agua al río, el lugar donde está el bagante, cayó y la corriente se la llevó río abajo, sin que la auxiliara nadie, porque era monja .
Según las memorias personales del P. Ricard Sans, monje de Montserrat, en octubre de 1938, este Padre, fue destinado como soldado a Mataró, y allí pudo tener contacto con Dª. Abadesa de Mataró, Dª Mª Encarnación Serra, que después de cerciorarse de que sí, que era un monje de Montserrat, pudo celebrar la Misa cada día en la casa donde vivía la Sra. Abadesa con dos monjas ancianas, que ella cuidaba ganándose la vida con su trabajo de confección.

Una vez terminada la guerra, no fue posible volver al monasterio, en parte destruido y en parte incautado por el Ayuntamiento de Mataró. Cuando la Curia, ordenó la presencia de todas las Superioras de las Órdenes Religiosas del Obispado, Dª. Abadessa se presentó exponiendo al Rvdm. Visitador de Religiosas dr. Martí Cagigós, la situación local del monasterio, y la oposición de restitución por parte del Ayuntamiento de Mataró, que lo tenía incautado y que le interesaba poseerlo. El dr. Cagigós le aconsejó que aprovechara la oportunidad de venta.
Urgía, pues, buscar dónde reunir a la Comunidad lo antes posible, pero la falta de recursos dificultaba la posesión de una casa. Dª. Abadessa recurrió a Montserrat, pidiendo un sitio por la Comunidad, ya que no ignoraba la ilusión del Rvdm. P. Abat Marcet, de fundar un monasterio de monjas en la Santa Montaña. (Ya en el año 1927 se había ilusionado por ir a hacer una fundación en el Hotel Marcet)
En uno de los viajes que realizó Dª. Abadesa en Montserrat, encontró alguna dificultad, y fue a Cervera unos días, donde le fue comunicada la noticia de la llegada a España de las monjas refugiadas en Francia durante la guerra.
Llegadas a Barcelona, ​​después de las primeras impresiones, se comunicaron mutuamente sus deseos. Durante su estancia en Francia les había escrito el P. Antoni Ramon, monje de Montserrat y hermano de dos de las monjas allí refugiadas. Les decía que sería bueno que al volver, en vez de ir a Mataró, ya que tenían el monasterio quemado, pidieran al P. Abad de Montserrat, poder establecerse en Montserrat.
Dª. Abadesa de Dourgne, al terminar la guerra, también escribió al P. Abat Marcet, para que hiciera todo lo que pudiera para asegurar la vida monástica de las monjas que retornaban. Parecía que todo iba preparando el terreno.
En marzo de 1939, Dª. Abadesa de Mataró, volvió a subir a Montserrat, y se entrevistó con el P. Ricard Sans, quien según hemos mencionado antes, durante la guerra había estado una temporada en Mataró, relacionándose a menudo con Dª. Abadesa Dª Mª Encarnación Serra.
Lo que sigue es extraído de las memorias personales del P. Sans: “Uno de estos días del mes de marzo, Dª. Abadesa de Mataró, Dª Mª Encarnación Serra, vino a visitar el Monasterio con dos o tres monjas benedictinas de aquel monasterio, y nos volvímos a saludar. Me contó que el nuevo Ayuntamiento de Mataró ponía muchas dificultades al devolverlas los edificios suyos, y que no sabía dónde reunir a las monjas que se iban reuniendo, tanto las que habían quedado aquí, como las que habían salido al extranjero y habían llegado para continuar su vida religiosa con su Comunidad. Se me ocurrió que quizás podrían hacerlo temporalmente en los edificios de Sta. Cecilia, utilizando la parte de las construcciones que no ocupaban los masoveros, mientras tramitaban el regreso de sus edificios. Lo fuimos a mirar y les pareció bien. Había unas seis celdas grandes, dos más pequeñas, una espaciosa sala que podía servir de obrador, además de la cocina, comedor, recibidor y la posibilidad de utilizar la iglesia románica para sus actos litúrgicos.
De vuelta al monasterio hablaron con el P. Abad y el P. Prior que no encontraron mal la idea para ayudar a aquellas buenas religiosas, pero poniendo la condición de que ellas debían hablar con el Vicario episcopal, ya que dependían del Obispo de la Diócesis, y por tanto debía hacerse con su consentimiento”.

Traslado a Santa Cecília de Montserrat

Dª. Abadesa con Dª Mª Lluïsa y Dª Mª Asunción Elias, subieron a Montserrat otra vez con la confianza de obtener de la Virgen lo que tanto deseaban. Las recibió amablemente el P. Prior D. Aurelio Mª Escarré, y el P. Subprior D. Celestino Gusi. El P. Prior les aseguró el consentimiento del p. Abad. Pero tuvieron que esperar todavía, y sobre todo necesitaban la conformidad del sr. Obispo de Barcelona.
A mediados de julio fueron la sra. Abadesa y Dª. Subpriora en el Obispado. La Sra Priora había muerto durante la guerra. Las recibió amablemente el sr. Visitador de Religiosas del Obispado de Barcelona, ​​y no pusor ningún inconveniente, y dándoles el de palabra consentimiento. Esto les trajo alguna dificultad, pero gracias a Dios más tarde pudieron tener el consentimiento en plena forma.
A continuación, empezaron los preparativos y a principios de agosto, salió el primer camión hacia Montserrat, con el que trasladaron el reducido mobiliario que tenían.
Mientras esperaban que fuera desempleado el Monasterio de Sta. Cecilia, ya que monjes y monaguillos disfrutaban de unos días de vacaciones, y como se vieron obligadas a dejar la casa que el Ayuntamiento de Mataró, les había prestado, porque sus propietarios la reclamaban, la Comunidad de Mataró, ocupó aquellos días las celdas de St. Luis en Montserrat.
Empezaron los preparativos del traslado a Sta. Cecilia el día catorce de agosto, pero no pudieron entrar hasta el día 20 del mismo mes. Se reunieron veintiún miembros de la Comunidad de Mataró, y poco a poco se restableció la vida monástica, y el día 28 de agosto, día de la fundación de Mataró, fue restablecida oficialmente la vida monástica de las benedictinas de Mataró en Sta. Cecilia, con toda la ilusión de empezar de nuevo con la ayuda material y espiritual sobre todo, de los monjes de Montserrat.
A continuación fueron nombrados los monjes que de momento debían prestarles la ayuda inmediata: El P. Ricart Sans, para celebrar cada día la Sta. Misa, el P. Bernat Simeon, para las conferencias de liturgia y canto gregoriano.
El día 18 de octubre, en la recreación, Dª. Abadessa, comunicó a la Comunidad que el P. Abad de Montserrat se había marchado a Roma para entrevistarse y hablar de ellas con el Rvdm. P. Abad General.

El día 16 de noviembre, recibieron del Monasterio de Sta. Escolástica de Dourgne, 11 paquetes con Breviarios, Graduales, Antifonarios, Misales, hábitos, cogullas, ropa, etc. Las monjas que no habían podido incorporarse a la Comunidad, por distintos motivos, a medida que se les solucionaban, se incorporaron a Sta. Cecilia.
El día 3 de diciembre del mismo año, primer domingo de Adviento, visitó el Monasterio de Sta. Cecilia, el P. Abad General de la Congregación Cassinense de la Primitiva Observancia, D. Manuel Caronti, nombrado Abad Visitador Apostólico de los Monasterios benedictinos de España. Después de la celebración de la Misa y desde junio, visitó el pequeño monasterio y habló individualmente con cada una de las monjas.
El día 21 de febrero de 1940, Dª. Abadesa Dª Mª Encarnación Serra, reunió a la Comunidad y comunicó que el Rvdm. P. Abad General D, Manuel Caronti había delegado en el Rvdm. P. Abad de Montserrat D. Antoni Mª Marcet, y el P. Prior del mismo monasterio D. Aureli Mª Escarré, para que continuaran la Visita Apostólica en los monasterios de monjas benedictinas de Cataluña.

Priora Administradora: Mª Montserrat Pedrós. 1940 – 1947

El día 4 de marzo de 1940, con motivo de la Visita Apostólica, el P. Prior de Montserrat D. Aurelio Mª Escarré, visitó las dependencias del monasterio de Sta. Cecilia, recibiendo particularmente a las monjas. El día 28 del mismo mes, el P. Prior comunicó a la Comunidad, que Dª. Abadesa Dª Mª Encarnación Serra, había renunciado el cargo abacial, y que en Roma se lo habían aceptado.
A continuación nombró a Priora Administradora a Dª Mª Montserrat Pedrós, y después se leyó una Acta conforma se hacía “Noviciado Común” en el Monasterio de St. Pedro de las Puelas de Barcelona, ​​por los tres monasterios de la provincia de Barcelona. Seguidamente la Comunidad prestó obediencia a la nueva Priora, empezando la sra. Abadesa con gran edificación y profundísimo ejemplo de humildad para todas las monjas.

El día 25 de julio, festividad de St. Jaime Apóstol, Dª. Abadesa Dª Mª Encarnación Serra, emprendió el viaje hacia el Monasterio de St. Daniel de Girona, para quedarse, ya que lo creyeron conveniente los superiores.
El día 13 de octubre ingresó la primera postulante después de la guerra: Srta. Rosa Tarruell, que se marchó el día 15 al Noviciado Común.
Con motivo del estado delicado de salud del P. Abad D. Antoni Mº Marcet, fue elegido Abat Coadjutor el Rvdm. P. D. Aurelio Mª Escarré, que era el Prior, quien recibió la bendición abacial el día 27 de febrero de 1941 y el día 24 de mayo del mismo año, celebró Pontifical por primera vez en Sta. Cecilia, y después de la Misa pasó a saludar a la Comunitat.
El día 14 de julio del mismo año, el P. Abad de Montserrat, presentó en la Comunidad el P. Josep Mª Gassó, como Vicario Abacial.
El día 7 de diciembre de 1942, Dª. Abadesa Dª Mª Encarnación Serra, que después de haber renunciado al abadiato residía en el Monasterio de St. Daniel de Girona, murió santamente, después de una larga y dolorosa enfermedad, con santa resignación.
Según consta en el Acta del día 16 de diciembre de 1942, la Comunidad reunida, acordó por unanimidad delegar a Mª Priora Dª Mª Montserrat Pedrós, para que en representación de la Comunidad, hiciera uso de las facultades que le confería el cargo de Priora Administradora, para la venta del Monasterio de Mataró.
El día 28 del mismo mes, se efectuó la venta del Monasterio de Mataró al Ayuntamiento de la misma localidad, y entonces empezaron obras para ampliar y adaptar mejor el Monasterio de Sta. Cecilia. Pero hubo oposiciones serias en cuanto a la estancia definitiva de las monjas en Montserrat: fue tiempo de prueba, expectación y, sobre todo, de plegaria.
Había dos obstáculos principales que se oponían. La parte económica y la jurídica. Incluso el P. Abat Aureli, propuso a la Comunidad el traslado al Santuario del Miracle o al Monasterio de St. Pedro de las Puelas. Pero la Comunitat quedó confiada en obtener la gracia deseada.
El día 21 de noviembre de 1943, regresó del Noviciado Común, para integrarse en su Comunidad, Dª Cecilia Boqué, que era profesa temporal.

El futuro incierto de residencia en Santa Cecília

El día 13 de mayo de 1944, el P. Abad de Montserrat, pidió a las monjas de Sta. Cecilia, insistente oración, pues reuniría en ese mismo día a los decanos de su monasterio, para cambiar impresiones referentes a la residencia definitiva de las monjas en la Santa Montaña. La Comunidad de Mataró residente en Sta. Cecilia, vivía unos momentos trascendentales en lo referente a su futuro. El P. Bernat en nombre del P. Abad, les dijo:
“Oren con mucha insistencia, es necesario que ganen el corazón de Dios, que insistan con santa importunidad en la oración, y que le presenten humildemente sus deseos, con fe, esperanza y caridad. “
El día 17, al día siguiente, el P. Vicario dejó ver un rayo de esperanza en una posible probabilidad de residencia en Montserrat, pero seguramente no en Sta. Cecilia.
Faltaba decidir el sitio. El día 20, el P, Abad de Montserrat, reunió su Comunidad para resolver el problema, el día 24, él mismo quiso anunciarlo a las monjas y se presentó en Sta. Cecilia. Reunida la Comunidad les dijo:
“Nuestro Señor ha manifestado ya, que su voluntad es que ustedes se queden en la Santa Montaña, y la Comunidad de Montserrat ha confirmado esta voluntad, dando su consentimiento. Han sabido llorar como Santa Escolástica, y han logrado lo que tanto deseaban. Sí, han tenido que rezar mucho, puesto que un año antes no lo habrían obtenido, humanamente hablando. Un servidor debo confesarles que he dudado mucho, y tanto más, cuanto monjes de vida muy sobrenatural, se mostraban poco favorables en favor de ustedes. No les parecía razonable. Pero el día de la reunión quise celebrar la Misa en el Camarín de la Moreneta, y en aquella Misa, vi patente la voluntad de Dios y no dudé más. ¡Oh esa Misa! No lo sabrán en la tierra, únicamente en el cielo…
Es seguro ya que se quedan en la Montaña, pero no en Sta. Cecilia. Ahora hay que buscar un sitio, y eso corresponde a Dª. Priora de arreglarlo con el Señor…. ustedes rueguen para que el Esposo les busque casa, es a Él a quien corresponde hacerlo, y si ustedes se lo piden, como es debido, lo hará. Quizás probablemente en el Hotel Marcet.”
El día 3 de junio en la iglesia de Sta. Cecilia hubo Pontifical celebrado por el P. Abat, y la ordenación de cuatro acólitos con asistencia de todos los juniors de Montserrat.
En la homilía el P. Abad describió la misión de las monjas en la Santa Montaña: “Vuestra misión, es ayudarnos orando para que nuestro Santuario de Montserrat, tenga buenos sacerdotes y buenos monjes”.
Después del desayuno, entró en la sala de trabajo, para saludar a la Comunidad allí reunida y remarcó de nuevo la misión como monjas de Montserrat, manifestando que había hablado de ello con el sr. Obispo de Barcelona y que le había dado su consentimiento con agrado.
El día 6 de julio, devuelven las profesas trienales que estaban en el Noviciado Común, y sólo quedó Dª Mª Catalina Torra que era novicia. Con ellas son 35 las monjas que conviven en el reducido monasterio de Santa Cecilia, pero la buena disposición de todas la agranda.
Día 23 de septiembre gracias a que al día siguiente estaba la profesión trienal de dos hermanas, y que estaba enferma el organista, el P. Abat permitió que Dª Mª Catalina Torra, que como hemos dicho, se había quedado en el Noviciado Común, sin terminar su tiempo de noviciado, volviera ya. Como era organista, la fiesta de las profesiones fue completa, quedando ya establecido el noviciado en Sta. Cecilia.

Dudas de residencia entre Santa Cecília o edificación del Monasterio aprovechando el Hotel Marcet

La adquisición del Hotel se hace difícil, ya que sus dueños no quieren venderlo si no tienen trabajo asegurado; quizá no sea voluntad de Dios que vayan.
El día 23 de febrero de 1945, se presentó el sr. Elias, propietario del Hotel Marcet, en Montserrat, poniendo a nuestra disposición el Hotel, pero el precio es excesivo: 600.000 ptas. Los Superiores se reservaron unos días de reflexión. El día 1 de abril, el P. Abat Aureli, a primera hora de la tarde se presentó en Sta. Cecilia y reunió en la Comunidad. Después de felicitarse mutuamente la Pascua, y de un bonito comentario de la palabra evangélica, cambió impresiones sobre el asunto de las monjas de quedarse en Sta. Cecilia.
El día 29 de agosto se efectuó el entierro de Dª Mª Dolors Riera. Es la primera que está enterrada en terreno de Sta. Cecilia, ya que las demás que murieron residiendo la Comunidad en Sta. Cecilia, fueron enterradas en el cementerio público de Montserrat o en Marganell. En ese día se inauguró el pequeño cementerio de Sta. Cecilia.
El día 11 de diciembre de 1946, el P. Vicario después de la conferencia dada en la Comunidad, les comunicó que en el Capítulo General de Roma, el Rvdm. P. Abad D. Aurelio Mª Escarré, había sido nombrado Visitador de los monasterios de monjas benedictinas de España. En total son 28 monasterios.
El día 10 de febrero de 1947, fiesta de Sta. Escolástica, con motivo del XIV centenario de la muerte de St. Benito y Sta. Escolástica, el P. Abad de Montserrat, concedió a las monjas benedictinas de Cataluña, de poder reunirse, al menos una representación de cada monasterio, en el Santuario de Montserrat.
Después del Pontifical y de la alocución del P. Abat, invitadas por la Mª Priora de Sta. Cecilia Dª Mª Montserrat Pedrós, fueron todas a comer allí. Después de Vísperas oficiadas por los R. R. P. P. Vicarios respectivos, volvieron a sus monasterios.
Debido a la insuficiencia del pequeño monasterio, puesto que la Comunidad iba aumentando el número de sus miembros, decidieron ampliarlo con el consentimiento del P. Abad de Montserrat, y con la esperanza de poder quedarse en Sta. Cecilia.
El día 24 de octubre, el P. Abad de Montserrat, comenzó la Visita Canónica a la Comunidad.

Priora Administradora: Mª Encarnación Lloveras, 1947 – 1953

El día 12 de noviembre de 1947, fue nombrada Priora Administradora Dª Mª Encarnación Lloveras.
El día 29 de junio de 1948, fue bendecida la parte nueva del monasterio después de Tercia, por el P. Vicario acompañado del P. Calixte Albareda y de un junior.
El día 15 de agosto después de la Conventual, el P. Vicario entró a saludar a la Comunidad y dio una gran noticia inesperada, y muy trascendental y que sellará para siempre la historia de las monjas de Santa Cecilia. Dijo: “… parece que la voluntad de Dios es que se junten con las monjas de Sta.Clara. Las monjas de Sta. Clara se les ha notificado oficialmente por orden del P. Abad, yo les doy la noticia oficiosamente. Debido a no haber podido obtener el préstamo que necesitaban las monjas de Sta. Clara para edificar el nuevo monasterio, el P. Abat pensó con la unión de las dos comunidades. Entretanto prepárense para la gran obra que Dios quiere realizar. No pongan obstáculos.“
La voluntad de los superiores es la voluntad de Dios, y pese al pesar de algunas de las monjas más antiguas en la posibilidad de perder las tradiciones y nombre propio del monasterio, ambas partes con ejemplar docilidad pronuncian el Fiat generoso de su obediencia monástica.
El día 29 Sor Mª Isabel Bosque, gravemente enferma, le fue concedido hacer su profesión solemne, en el lecho del dolor. La ceremonia se afectuó antes de la Conventual por el P. Vicario Josep Mª Gassó. La enferma lo pidió al P. Abad Aureli Mª Escarré, convencida de que después de la profesión, el Señor vendría a buscarla.

Comienza a concretarse la unión de la Comunidad de Santa Cecília con la de Santa Clara de Barcelona

El día 16 de septiembre de 1949, Dª. Priora Dª Mª Encarnación Lloveras, en la recreación de parte del P. Abad de Montserrat, dio la gran noticia que definitivamente, se había decidido la unión de la Comunidad de Sta. Cecilia con la Comunidad de Sta. Clara. Ésta después de haber adquirido el Hotel Marcet, había ya sellado por votación, para trasladarse a la Santa Montaña, y por tanto la consecuente unión de Comunidades, propuesta por el Rdm. P. Abad, ante la imposibilidad de concesión de Sta. Cecilia. Noticia que produjo momentáneamente la admiración en todas ellas, renovando el fiat incondicional.
Según las Actas de 20 de mayo de 1950, fueron convocadas a Capítulo especial las monjas capitulares por el Rvn. P. D. Oleguer Mª Porcel monje de Montserrat y Vicario Abacial, quien dijo:
“Vengo en nombre del Rvdm. P. Abad de Montserrat D. Aurelio Mª Escarré a comunicarles que después de haber consultado con su comunidad, con Roma, con la Sagrada Congregación de Religiosos y finalmente con el sr. Obispo de Barcelona D. Gregori Modrego Casaus, se ha decidido fundar un monasterio de monjas benedictinas en la montaña de Montserrat. Llevando ustedes más de 10 años en el actual monasterio de Sta. Cecilia, experimentando las vicisitudes y sacrificios que supusieron no tener casa propia, el Rvdm. P. Abad las invita oficialmente si quieren unirse a la Comunidad de monjas benedictinas del Monasterio de Sta. Clara de Barcelona, ​​residente en Ripollet, carentes también de Monasterio. Esta fusión implica la renuncia absoluta a su personalidad jurídica como monjas benedictinas de Mataró, y por tanto a todas las costumbres y constituciones, ya que la futura fundación pide adaptarse a las nuevas disposiciones. De no aceptar esto, no podrán permanecer en la Santa Montaña, no obstante como Visitadores les facilitaremos que puedan trasladarse a donde juzguen conveniente.”
Retirándose el P. Vicario, la Comunidad después de un breve silencio y ferviente oración, discutieron convenientemente el caso, y deseando por unanimidad continuar en la Santa Montaña de Montserrat, fue aceptada la propuesta, y realizada la votación por escrutinio secreto, resultaron todos los votos favorables.
El día 28 de febrero de 1951, la M. Priora transmitió de parte del P. Vicario, que la Santa Sede ya había concedido el permiso para poder llevar a cabo la fundación de un Cenobio monástico en la Santa Montaña, con el permiso consecuente de la unión personal de las Comunidades de San Antonio y Santa Clara de Barcelona, ​​y la de Sant Benet de Mataró, residente actualmente en Santa. Cecilia de Montserrat. Y, dijo: “La nueva fundación, está ya en proyecto en el Hotel Marcet. La estabilidad en la Santa Montaña se consolida con la unión de las dos Comunidades formando el nuevo Monasterio de St. Benet de Montserrat.”
El día 2 de marzo, a primera hora de la tarde, un toque de campana reunió a la Comunidad en Capítulo, donde el P. Vicario habló nuevamente de la fundación.
“ … el P. Abad con la unión de las dos Comunidades, os da la vocación de hacer un nuevo Monasterio, el Señor quiere que sea fundamento de una nueva Comunidad y que no hay que olvidar que los fundamentos estan siempre enterrados, y lo que aguanta el edificio es precisamente eso. La ilusión del P. Abad al fundar el nuevo Monasterio, es por la gloria de Dios. Algo bien hecho, algo nuevo, para la santificación de las almas, donde ustedes al ser el fundamento, serán las madres de las que deben venir después. …”
También habló del sacrificio colectivo e individual, y que con entusiasmo había que sublimar ese sacrificio con generosidad. Era necesaria la unión completa de todo: material, espiritual y jurídica. “El cambio de estabilidad por el nuevo Monasterio, se realizará, dijo, firmando el documento exigido por la Santa Sede, que será archivado en el Archivo del nuevo Monasterio de St. Benet de Montserrat, y en el de la Sta. Sede. Referente a la cuestión económica, todas las propiedades irán a formar una única propiedad del nuevo monasterio, exceptuando el capital de las dotes a reservar hasta la muerte de la interesada.”

Encuentro de las representantes de las dos Comunidades

El día 27 de junio subieron a Montserrat para reunirse y hablar de la fundación de St. Benet, las Madres Prioras, Subprioras y una decana de cada Comunidad.
La reunión fue presidida por el P. Abad de Montserrat D. Mª Aurelio Mº Escarré, y asistieron los P.P. Vicarios respectivos. Después de la reunión las monjas de Sta. Clara permanecieron en Santa Cecilia y se quedaron hasta el día siguiente.
El día 5 de noviembre, por disposición del P. Abad de Montserrat, Dª. Subpriora Dª Mª Cecilia Boqué, se trasladó a Ripollet para residir una temporada, mientras Dª. Subpriora de Sta. Clara Dª Mª Natividad Iglesias, ocupaba su puesto de Subpriora y Maestro de Novicias en Sta. Cecilia.
El día 11 de febrero de 1952, Dª Mª Agnès Payrot y Dª Mª Concepción Mateu se marcharon a Ripollet para unirse con Dª Mª Montserrat Figueras de aquel monasterio.
Al día siguiente se trasladaron las tres monjas a Estella, Navarra, designadas por el P. Abad de Montserrat para expandir la formación monástica a las novicias de los monasterios benedictinos de Navarra y Aragón, que formaron el Noviciado Común de Estella.

El día 5 de mayo, a media mañana, el P. Vicario reunió a la Comunidad y les comunicó que la M. Priora de Sta. Clara Dª Mª Cecilia Alemán y Dª. Subpriora de Sta. Cecilia, que residía como ya hemos dicho en Ripollet, estaban en Montserrat donde pasarían unos días. Anunció el traslado de once monjas de la Comunidad de Sta. Cecilia al Monasterio de St. Daniel de Girona, pero que conservarían su filiación en el Monasterio de St. Benet de Montserrat, y finalmente que las monjas de Sta. Clara subirían ya a finales de semana o primeros de la otra.
El día 7 del mismo mes, el P. Vicario comunicó a la Comunidad, que Dª Mª Catalina Torra, había sido nombrada Priora Administradora del Monasterio de St. Daniel de Girona, y en ese monasterio residiría el Noviciado del Monasterio de St. Benet de Montserrat, hasta que estuviera edificado el Monasterio. También anunció la unión de la Comunidad con la de Sta. Clara para el dia 13 del mes en curso.
Las monjas destinadas a Girona, el día 8 del mismo mes de mayo, después de oir la Misa en la Cripta de la Basílica de Montserrat, fueron a Ripollet para juntarse con siete monjas de allí también destinadas a St. Daniel de Girona, puesto que el local de Sta. Cecilia era pequeño para albergar las dos Comunidades.
Los días que faltaban para el día 13 de mayo, fueron todo un trasiego: llegadas de muebles, imágenes, ropa, etc. etc.

La unión de las dos Comunidades

El día 13 de mayo, a las 4 de la tarde, se efectuó la unión de las dos comunidades de St. Antonio y Sta. Clara de Barcelona, ​​y la de St. Benet de Mataró. Formando la Comunidad del Monasterio de San Benet de Montserrat.
Trámites efectuados por el Rvdm. P. Abad de Montserrat D. Aureli Mª Escarré, para realizar la unión de las dos Comunidades de St. Anton y Sta. Clara de Barcelona, ​​y de St. Benet de Mataró, y formar el Nuevo Monasterio de Sant Benet de Montserrat.
“… En el recibidor de Sta. Cecilia, ambas Comunidades se dan el primer abrazo. Seguidamente salimos fuera el jardín. Son como piedras aún aisladas, que unidas deben formar la nueva Comunidad. Ha sido breve, de unos momentos, el conocimiento que conventualmente hemos podido hacer, y ya nuestra hermandad llega, pero sabemos que es el amor de Jesucristo que nos junta, en Él ya nos amamos. Como en un sueño decimos adiós al pasado y nos disponemos a empezar de nuevo, una vida nueva junto a la Virgen. El P. Prior viene con sus compañeros para realizar esta obra. Acudimos todas prestamente y volvemos a la puerta del Monasterio como si fuera la primera vez que llamáran. La Comunidad se va directamente al Coro. Cuando todo el mundo ya está, el P. Vicario D. Gabriel Mª Brasó, va ordenando según lista que lleva en la mano, llamando a cada una de las monjas y haciéndola poner a su rango de profesión, en la sillería que se encuentra ya montada en la nave central de la antigua iglesia de Sta. Cecilia. Hecha la distribución cantamos el Veni Creator. En la entrada del Coro donde hay cuatro sillones, se sientan los Padres. Preside el P. Prior acompañado del P. Subprior D. Oleguer Mª Porcel, el P. Odiló Mª Cunill y el P. Josep Mª Gassó. El P. Prior, habla en nombre del P. Abad de Montserrat D. Aurelio Mª Escarré, sobre el hecho de que se realiza en aquellos momentos.”

Después de unos breves momentos, dijo unas breves pero emotivas palabras: “Ahora, en nombre de la Iglesia vamos a efectuar esta unión”. A continuación lee el Decreto del Reverendíssim P. Abat, que escuchamos de pie con respeto y devoción.

DECRETO DE UNIÓN DE LAS DOS COMUNIDADES
Decreto de Unión
A las monjas de los monasterios de St. Antón y Santa Clara de Barcelona y de San Benito de Mataró, dilectas en Cristo: Aurelio Mª Escarré Abad del Monasterio de Santa María de Montserrat, paz y gracia en el Señor. Dios con paternal providencia dispone y custodia el camino de los elegidos, os introduce hoy en la tierra que Él mismo os ha preparado. Entrad, carísimas hijas hoy en la tierra que ha otorgado a vuestras plegarias, con el corazón dilatado y bien dispuesto el espíritu. Aromatícela con la melodiosa salmodia y santifique con la casta vida monacal. Tenga en cuenta que es tierra santa, pisada constantemente por un pueblo que busca con fe el camino de la salvación.
Sabiendo la ilusión que tenía nuestro predecesor Don Antonio Mª Marcet, de santa memoria, como lo preveía y lo esperaba, ardientemente hemos deseado la erección de este nuevo Monasterio en la montaña de Montserrat. A menudo hemos dirigido al Padre, del cual procede todo don perfecto, nuestra humilde oración, implorando esa luz y gracia que debía hacer de todas vosotras un solo corazón, iniciando así una nueva vida de prosperidad espiritual, capaz de ser fecunda para Dios.
El enlace y fusión que hoy se opera entre vosotras, beso de paz y de unión, lo firmamos con el nombre y la Regla de nuestro Padre San Benito, para que tengais siempre ante vuestros ojos y vuestro corazón las normas de vida por Él dadas. Recuerdad que el Monasterio no debe ser otra cosa que lo que Él instituyó: una escuela del divino servicio, donde las almas aprendan a deshacerse del mundo e ir al Padre. Ved con ojos puros vuestra vocación y cumplidla. Haced merced al mundo de la gracia de vuestro contacto con el Señor. Dad a la Iglesia.
Que vuestra vida que se desarrolla en torno al altar, dependa totalmente de éste. Debeis recibir de él el vigor, la santidad y la alegría. Acariciad con vuestra oración el Cristo, que él os simboliza y, al mismo tiempo que os identifiqueis con Él por las heridas del sacrificio, recibid de Él el pan virginal de vida eterna.
A vosotras os toca de una manera solemne, con una vida íntegra, una entrega total a Dios y una consagración a la alabanza litúrgica, señalar y afirmar la primacía del espíritu a todos aquellos que viven sepultados en la materia. Santifícaos para santificar, expandiendo por todas partes el sentido de la Santa Iglesia, de manera que aumenten constantemente los adoradores en espíritu y verdad.
Y es por eso, carísimas hijas, que hemos deseado su presencia en esta santa montaña de Montserrat. La divina providencia, ha colocado en la cima del Sinaí de nuestra tierra, a los monjes, para que extiendan sus brazos día y noche en la oración. Venid y sostenedlos, para que no desfallezcan. Que vuestra oración se junte a la de ellos como el incienso del sacrificio vespertino, para que Dios mire benignamente al Santuario y aquéllos que se acercan, haciendo merced a nuestra tierra bendita del fervor de la vida cristiana.
Por tanto, ejecutando como Visitador Apostólico de sus Monasterios el rescripto que recibimos de la Santa Sede,

DECRETAMOS que las dos Comunidades, la de San Antón y Santa Clara de Barcelona y la de San Benito de Mataró, con todos sus bienes y posesiones, se junten para formar un solo y único Monasterio, el de San Benet de Montserrat, puesto en terreno vuestro y propio. Todas continuarán en el mismo estado y con los mismos derechos que le da la profesión y que disfrutaban en sus respectivos monasterios, mientras por un acto libre y firmado, que se guardará diligentemente en el archivo, declarará querer pertenecer al susodicho monasterio de Sant Benet de Montserrat.
Si alguna de ustedes no le complace esta nueva filiación, que pida siguiendo las normas canónicas, su traslado a otro monasterio donde quieran aceptarla. En adelante recuerdad todas a vuestros fundadores y benefactores, ayudándoles con vuestras diarias oraciones, y entre ellos queráis tener a Nos y nuestros hijos, ahora y para siempre, para entrar en el reino de la luz ayudados por vuestra caridad.
En el Monasterio de Santa María de Montserrat, el día 27 de Abril del año del Señor 1952.

El P. Prior, añadió que esta realización ha sido el mayor gozo dentro del Abadiat del Reverendíssim P. Abat, la mayor ilusión de su vida. Y pasa a leer el nombramiento de una Priora Administradora, en nombre de Dª Mª Cecilia de Alemán y Grado.
Las dos monjas más grandes de la Comunidad: Dª Mª Pilar Laguna y Dª Mª Assumpció Artigas, fueron invitadas a ir a buscar la nueva Priora y acompañarla a su sitio en el Coro. Seguidamente las monjas prestaron obediencia a la Madre Priora”.

Así, por voluntad del Rvdm. P, Abad de Montserrat D. Aurelio Mª Escarré, y en nombre de Dios nuestro Señor, quedó instituido el Monasterio de San Benet de Montserrat.

SAN ANTONIO y SANTA CLARA DE BARCELONA

1232 – 1952

SECLE XIII

Claustro del monasterio de Sant Antoni y Santa Clara, Barcelona

Las Santas Fundadoras

Fundación del Monasterio de San Antonio y Santa Clara de Barcelona (1232)
Una sobrina de Santa Clara de Asís, Santa Agnès de Peranda, vino a Barcelona para fundar el monasterio de San Antonio de Padua (canonizado ese año) y Santa Clara de Asís, en el barrio de la Ribera, donde ahora se encuentra el parque de la Ciutadella.

Parece que al llegar a Barcelona un grupo de “mujeres penitentes” barcelonesas, se adhirieron al deseo de las santas, para iniciar la vida monástica, según la bula del papa Gregorio IX, con fecha de 18 de febrero de 1.236. Y fue el obispo de Barcelona Berenguer de Palou quien concedió la potestad de construir el Monasterio bajo la advocación de Santo Antonio de Padua, franciscano, canonizado apenas cuatro años antes, y Santa Clara de Asís.

Por aquel entonces las Clarisas seguían la Regla de San Benito.

Las primeras Abadesas de nuestro Monasterio
Después del largo y fecundo abadiato de Santa Agnès de Peranda, 47 años, la sucedió en el cargo Saurina de Olzeto (1281 al 1305) que obtuvo varios privilegios y donaciones por parte de prohombres como Miquel de Roure o el propio Papa Bonifaci VIII.

SECLE XIV

Claustro de nuestro monasterio

Reina Elisenda, que fundó el monasterio de Pedralbes con su sobrina y 14 monjas más de nuestro monasterio

Claustro del monasterio de Pedralbes actual

Las Abadesas del siglo XIV

La siguiente abadesa fue Ermesinda de Cortilián (1305-1310).

En 1311 fue elegida Santa Clara de Porta, que de jovencita fue la hija predilecta de Santa Agnès de Peranda.En esos primeros tiempos consta que la mayoría de monjas eran de familia noble.

Siguen: Francesca de Olomar, y Sancha de Cuencas.
Durante el abadiato de esta última (1326-1333), se hizo la fundación del Monasterio de Pedralbes por la Reina Dª Elisenda de Moncada. Las monjas fundadoras son Sor Subirana de Olzeto como primera Abadesa de Pedralbes, Francesca Porteiles (sobrina de la Reina Elisenda), Constanza Soguera, Alamanda de Marisoli, Saurina de Jonques, Constanza de Vilardell, Dulce Luila, Constanza Fiveilera, Margarita de Toro -Vila, Maria Luila, Serens Fiveilera, Alamanda Cànovas, Elisenda.

Durante el abadiato de Sancha, el rey Jaime II, en provecho del horno que tenían las monjas, decreta que: “desde el monasterio hasta el puente del estanque, de la calle Moncada hasta la capilla de Marcús (un edificio románico de primer orden que aún se conserva hoy), …. y hasta el Hospital de Sta. Eulàlia del Camp (que estaba situado donde ahora está el Arc de Triomf),.. no se puedan hacer hornos nuevos”.

Siguen las Abadesas: Alemanda de Vilanova, Beatriz de Mur, Francesca Torravella, Romia Desvalls, y Clemencia Ermengarda que recibe de Gregorio XI el privilegio de usar báculo pastoral (1371).

En 1373 tenemos como abadesa del monasterio, en Subirana Çarrovira, seguida de Constanza Ricarda (que recibe un privilegio del rey Pedro el Ceremonioso), Joana Giberta,  Constanza de Cortillo, Sancha de Rafaguera, Clara de Cortillo, y Isabel Pujolà que se negó a pagar el subsidio al obispo, ya que las monjas estaban exentas. La defendió, ante el prelado, el abad de St. Cugat.

SECLE XV

Lápida funeraria – placa epigráfica de Agnès de Peranda.
Fotografía de Pere Parer, MUHBA
Las primeras Abadesas del siglo XV

En 1447, siguieron el linaje de abadesas de la familia Rajadell: Serena y Leonor.
Durante el abadiato de esta última, los cuerpos de nuestras Santas (Agnès y Clara), recibieron una sepultura “más digna”.
Según consta, las dos abadesas “fundadoras” habían sido enterradas en el cementerio común del claustro, pero habiendo visto las monjas algunas claridades extraordinarias en el lugar de sus sepulturas, la abadesa Leonor las hizo trasladar. Los cuerpos fueron hallados íntegros. En la sepultura de Sta. Inés (la sobrina de Sta Clara de Asís), puso una inscripción latina que decía:

“HIC SEPULTA EST SANCTA VIRGO AGNES, QUI HUJUS MONASTERII PER XLVII ANNOS ET AMPLIOS, PRIMA ABBATISSA EXISTENS, TANTO IN MORTE ET POST, GLORIOSE CORUSCAVIT MIRACULIS, CUANTO DUM VIVERET SANCTITATE VITE ET CLARITATE FAME PREFULSIT. OBIIT  ANNO DOMINI MCCLXXXI, XV KALENDAS OCTOBRIS FERIA IV”.

Las Abadesas de la Reforma del siglo XV

Por causa de la guerra del rey Juan II contra Cataluña, y durante el asedio de la ciudad de Barcelona, ​​la abadesa Aldonça Carreras (1465-1493) y las monjas de la comunidad, tuvieron que salir del Monasterio, para refugiarse en una casa particular. Aquí pasaron tantas estrecheces que, por falta de leña, tuvieron que quemar algunas tablas de madera.

Durante el abadiato de la madre Margarita Rajadell (1493-1500), se inició la reforma mandada por los Reyes Católicos en los monasterios de clarisas, regentados por los franciscanos, imponiendo rejas y normas estrictísimas de clausura. Al oponerse, la abadesa Rajadell pidió pasar a la orden benedictina, bajo la tutela de los monjes de la misma orden. La demanda fue llevada a Roma donde se inició un proceso largo.

SECLE XVI

La muerte de San Benito. Espiritualidad benedictina.

Retablo flamenco de la Navidad

Santa Matilde, abadesa benedictina.

Las primeras Abadesas del siglo XVI

Los abadíatos de Serena Marca (1503-1504) y de Constanza de Vialtorta (1506-1519) permanecieron igualmente involucrados, hasta que en 1513 constan como Visitadores del monasterio de Santa Clara, los monjes benedictinos. En el asunto intervino el Sr. Lluís Narseve, ciudadano honorable de Barcelona, ​​que fue a Roma solicitando de la Santa Sede la facultad de dejar la observancia clarisa y agregarse a la Orden de Sant Benito. La bula Pontificia de 1513 lo confirma.

Las otras Abadesas del siglo XVI

En 1519 es elegida abadesa Elionor de Rajadell, y a partir de ella todas las abadesas son confirmadas por la bendición perpetua. Las primeras cartas de Profesión que tenemos en el archivo del monasterio, son a partir de la abadesa Beatriz Sescomes, que es la sucesora de la anterior.

Con la otra abadesa: Elionor Prat, se empieza a hablar de las monjas con el nombre de “domna” (corriente entre las benedictinas hasta antes del Vaticano II), que es una abreviatura del latín “domina”, señora.

Tras el abadiato de Jerónima Oluja, encontramos que Francesca de Argensola es confirmada en el cargo por el Papa Pío IV.

Durante el abadiato de Brianda de Vergós, es elegida abadesa para el Monasterio de Sant Daniel de Girona Domna Joana Descopons, monja de este monasterio de Santa Clara. Es bendecida en nuestra iglesia (donde ahora está el salón del Tinell). Acompaña a Sant Daniel a la hermana de la nueva abadesa, Àngela Descopons, siendo todavía novicia.

Elisabet de Villalonga es confirmada en el cargo de abadesa por el Papa Sixto V. Brígida de Rajadell, y Francesca Muntmany por Clemente VIII.

SECLE XVII

Sellos reales de la dinastia catalana

Carta de profesión de Teresa de Josa, 1700

Restos de la puerta de San Daniel en la muralla de la ciudad, colindante al monasterio de Sant Antoni y Santa Clara

La primera Abadesa del siglo XVII

La abadesa María Anna Gibert (1597-1603) recibió la visita, del rey Felipe III, cuando después de su boda con Dª Margarida (1599), llegó a las 6 de la tarde al Monasterio. La abadesa, con las monjas, le dieron a adorar una reliquia de la Vera-Cruz, que habían puesto en una mesita cubierta con una seda roja. Los reyes se arrodillaron en dos almohadas de terciopelo carmesí, y una monja les dio a besar la reliquia. Después entraron en el Coro y la Abadesa se sentó junto al rey, pero dejando una silla en medio. Rezaron Vísperas, y seguidamente visitaron los sepulcros de las Santas. Después fueron al refectorio para tomar una colación hecha de confituras, un pastel real y vino blanco.

El mismo año entró en el Monasterio la niña M. Àngela Pujol que vistió el hábito a la edad de 6 años y murió en su casa, siendo novicia, a los 9 años.

La segunda Abadesa del siglo XVII

La abadesa Anna Ma de Belloch (1603-1620) estableció el cargo de Subpriora (a pesar de temporadas este servicio ha sido suprimido, actualmente en nuestro país vuelve a estar vigente) y determinó que no se aceptara ninguna monja que no fuera hija de caballeros o nobles. Evidentemente hoy en desuso.

Como anécdota de la historia Monástica de Cataluña, quisiera hacer notar que mientras algunas Órdenes se fundaron exclusivamente de cara a la nobleza (por ejemplo las Santjoanistes), otras, como las Agustinas Ermitanas quisieron admitir exclusivamente a mujeres convertidas de la prostitución. Y el caso paradójico fue que justamente entre estas “penitentes” quiso vivir Domna Francesca de la Cerda, prima de Fernando el Católico, que murió dejando un gran ejemplo de santidad (ver “Historia del Monasterios de Barcelona” en esta misma web, en el apartado de VIDA MONÁSTICA).

En la época de esta Abadesa Anna Ma, tres monjas de nuestro Monasterio (Da. Estasia Negrell, Dna. Maria Romeu, Dna. Caterina Terreras), se integraron en la Comunidad de Sant Daniel de Girona a fin de ayudarlas, pues sólo quedaban seis monjas.

En este mandato, hubo un pleito (1601-1611) dicho del “Terraplén de la muralla”, debido a que el Ayuntamiento de Barcelona se apropió de un terreno que pertenecía al Monasterio. La abadesa apeló a Roma, contra los Consejeros de la ciudad, y ganó.

Las últimas Abadesas del siglo XVII

A la abadesa Anna Ma de Belloch le sucedió Caterina Çarrovira en 1620 con un mandato sólo de dos años. Durante el abadiato de Hipólita Despujol (1622-1637), fue priora Domna Dorotea Çarrovira, que escribió las “Memorias autógrafas”, que son los libros 1 y 15 del “Tratado de las Santas” y varios Manuscritos, todavía existentes.

De 1637 a 1644 fue ella misma (Dorotea) la abadesa.

Después fue elegida abadesa Susanna Sacosta hasta 1669. Había entrado en el monasterio a la edad de 7 años, e hizo la profesión cuando tenía 20. Debido a las guerras contra Francia y concretamente la de los “Segadors”, no fue bendecida hasta 1648. Sufrió mucho durante este período de guerras, asedios, y pestes. Pero hizo todo lo posible para que nada faltara a las monjas. Murió en opinión de santidad.
La siguiente abadesa fue María Ángela de Graell, con un mandato muy corto (1669-1681).

La última abadesa de este siglo fue Eulalia Vilar (1681-1709), confirmada por el Papa Inocencio XI. Durante su tiempo, D. Carles Llupià hizo una importante donación a su hija monja Domna Manuela Llupià.

Pero le llegaron, pronto, maldadas. El 5 de julio de 1691 apareció en Barcelona la armada francesa. Por este motivo el Abad Baltasar Muntaner aconsejó a la abadesa que todas las monjas salieran del Monasterio, con todo, ella creyó que sólo tenían que marcharse las escolanas, ya que parecía que la armada francesa se retiraba. Pero el día 10, mientras rezaban Matines, las avisaron del peligro era inminente. Y al caer, en ese momento, una bomba en la azotea del Monasterio, estropeó la capilla, el Coro y la portería. Por suerte sólo causó heridas a Domna Juana de Mata, y a un criado. Fue tan fuerte el espanto, que todas las monjas se marcharon inmediatamente, sin llevarse nada absolutamente. El Monasterio y la ciudad estaban totalmente en llamas.

Las monjas pidieron ayuda al convento de los Frailes Menores, que atendieron ante todo a la hermana gravemente herida, que pronto se recuperó. Las demás monjas se refugiaron en casas de parientes y conocidos hasta el día 28 del mismo mes, que pudieron regresar al Monasterio.
Pero por Pentecostés de 1697 los franceses volvieron a asediar la ciudad, y entonces ellas no sólo tuvieron que volver a marcharse, sino que al volver, en el mes de agosto, encontraron buena parte del monasterio, sobre todo el dormitorio y el claustro , destruidos por las bombas.
Como el Monasterio estaba situado en el Barrio de la Ribera, adosado a la puerta llamada de Sant Daniel, junto al Portal Nou, a menudo fue atacado desde el mar. Con la siguiente abadesa el monasterio vivirá, pues, el asalto del 11 de septiembre de 1714.

SECLE XVIII

Sitio de Barcelona.
Guerra de sucesión española, 1714

Destrucción del monasterio de Santa Clara, durante el abadiato de María d’Aragall i Vilar

La abadesa del 1714, Maria d'Aragall i Vilar

Mientras era Abadesa María de Aragall y Vilar (1709-1727), debido a la guerra que Felip V mantenía con Cataluña, en 1712 las monjas de Sant Daniel de Girona se refugiaron en nuestro monasterio de Santa Clara de Barcelona, ​​donde permanecieron durante unos meses.

Al año siguiente, al empezar el sitio de la ciudad, la comunidad de monjas de nuestro monasterio tuvo que abandonarlo, debido a su situación cerca de la muralla y del baluarte de levante, ya que corrían grave peligro.
Felipe V abrió brecha por esta parte de la muralla, destruyendo completamente el monasterio.
Después de que al 11 de septiembre la ciudad se hubiera rendido, las monjas quisieron reconstruir algunas dependencias, a fin de volver a su monasterio a pesar de que estuviera muy dañado, pero el rey NO LO PERMITIÓ, ya que había determinado construir allí la fortaleza de una Ciudadela.
Las monjas lo habían perdido todo: el monasterio, la iglesia, los huertos, terrenos, censos… etc.
Los cuerpos de las fundadoras (que todavía hoy tenemos en Sant Benet de Montserrat) y ropas de la sacristía, fueron retirados a tiempo, y guardados en el convento de la Enseñanza de Barcelona.
Entonces la comunidad se refugió en casas particulares, o en otros monasterios como el de San Pedro de las Puelas, el de Valldonzella, o el de los Ángeles, donde murió Domna Maria Montaner, asistida por todas las hermanas de nuestro Monasterio de Santa Clara.
El Monasterio, destruido, de Santa Clara, según la cronista, en ese momento era el mejor de Catalunya. Tenía una Iglesia gótica y un claustro de 3 pisos (como la iglesia y el claustro que todavía se conservan en el actual Monasterio de Pedralbes), 191 rejas de hierro, huerto, pozo, naranjos, limoneros, higueras, cipreses, etc.
En la Iglesia había 3 capillas por lado. Las de un lado estaban dedicadas a la Virgen María, San Elm, y San Pedro, las del otro en San Miguel, Santa Clara y San Juan Bautista. La otra mayor, según dicen, era de las mejores de Barcelona.
El retablo constaba de 3 pisos:
En el 1er, en medio, estaba St. Benito, ya los lados Sta. Escolástica y Sta. Gertrudis.
En el 2º, estaba St. Antonio, St. Maur y St. Plácido.
En el 3º, Sta Clara, St. Bernat, y Sta. Ludgarda. Y en lo alto del Padre eterno.
La sacristía era muy espaciosa, con una capilla dedicada a Sta. María Magdalena.
Se entraba en la iglesia por un patio, que se cerraba o se abría por orden de la Abadesa, ya que el patio estaba dentro de la clausura y estaba rodeado por las casas donde vivían los oficiales del monasterio: el panadero, la compradora , el domer, el hortelano etc. El huerto era grande y espacioso, con una noria para regar.
En 1717 (tres años después de la destrucción del monasterio) el rey Felipe V ordenó por carta real, a instancias de las monjas que solicitaban una y otra vez que se les devolvieran los terrenos de su Monasterio, ordenó que se cediera a las monjas una parte del antiguo Palacio Mayor de los Condes y Reyes de la corona Catalano-Aragonesa, así como la sala del Borboll, y algunas piezas de la Audiencia (entre ellas, la bella sala del Tinell). Sin embargo, fue una cesión provisional, mientras no se construyera el nuevo Monasterio. Como sabemos, las monjas permanecieron aquí hasta 1936.

Al año siguiente, 1718, tuvo lugar la toma de posesión de este Palacio, ya que tuvieron que realizar reformas, debido al reducido número de habitaciones.
Las monjas que se instalaron fueron: la Abadesa María de Aragall, y las monjas Hipólita de Navidad, Catalina, Teresa Novell, Teresa de St. Juan, Teresa de Santmanat, Narcisa de Santmanat, Francesca de Santmanat, Gertrudis Monjar, Lucía Mate, Ma Àngela Dusay, Teresa Padella, Margarida Oliver, y Àngela Despujol.
La iglesia, construida en el salón del Tinell, fue terminada en 1724. Y justo moría la Abadesa, María de Aragall, el 21 de marzo, día en que fue bendecida la Iglesia.
Entonces fue puesta la reja del Coro de las monjas, instituyendo la clausura, y los cuerpos de las Santas fundadoras fueron trasladados a una capilla a ellas dedicada, junto al Altar Mayor, pero dentro de la clausura. Una reja que daba a la Iglesia, permitía el culto diario a los devotos barceloneses. Y dos veces al año: el día de Pascua, y el día 17 de septiembre, día en que murió la fundadora, Sta. Agnès de Peranda, y día señalado por su culto desde tiempos antiguos, se les permitía entrar a besar el sepulcro y hacer pasar por encima de él rosarios y otros objetos, que se usaban como “reliquias”. Tal era el tributo que los barceloneses rendían a estas dos “santas mujeres”.

Las últimas Abadesas del siglo XVIII

Abadesa Hipólita de Navidad (1724 – 1738)
En 1729 las monjas trasladaron al Monasterio del Palacio del rey, todas las difuntas del antiguo monasterio. La Abadesa de Dª Hipólita de Navidad, fue confirmada por Benedicto XIII.

Abadesa Teresa de Sentmenat (1738 – 1768)
En 1740, siendo Abadesa Dª Teresa de Sentmenat, se hizo la sillería del Coro, en 1751 se inauguró el cementerio para enterrar a las difuntas de la Ciudadela.

Abadesa Juana de Pinyatelli (1768 – 1793)
En 1773 les llegó la orden del Presidente de la Congregación de la Claustral Terraconense, que en cumplimiento de la real orden, fueran restituidos todos los documentos sacados de los archivos de los monasterios, y que en lo sucesivo, no pudiera sacarse ningún más.
Debido a la miseria a la que se veía reducida la Comunidad de St. Antonio y Santa Clara no pudo observarse la vida en común. Cada una recibía pensión de sus familiares, y las que no tenían familiares o no podían ayudarlas, solicitaban subsidio al Rey para poder mantenerse.

Abadesa Mª Francesca de Sentmenat (1793 – 1812)
El estado de miseria todavía se agravó más en 1808 al entrar las tropas francesas, que se apoderarán de todas las fortalezas.

SECLE XIX

Abadesa Rosa Aguiló (1855-1876)

Ventana del Palacio del rey donde estuvieron después de la guerra de 1714, hasta la guerra civil de 1936.

Reloj antiguo de la Comunidad

Las primeras Abadesas del siglo XIX

Abadesa Mª Juana de Garro ( 1814 – 1821)
En 1821 murió víctima de la peste de “fiebre amarilla” en Barcelona, ​​Dª. Abadesa Dª Juana de Garro que fue enterrada, por este motivo, en el cementerio público de Barcelona. ( En 1826 fue trasladada al cementerio del monasterio)

Le siguieron las abadesas Abadesa Mª Manuela de Grau y de Miró (1824 – 1834), y la Abadesa Mª Francesca de Quintana (1834), que murió a los pocos meses .

Abadesa Mª Francesca de Grau y de Miró (1835 – 1855)
Dª Mª Francisca de Grau, entró en el monasterio a la edad de 10 años, vistió a los 13, y profesó a los 15 años, de 1796. El 17 de enero de 1835 fue elegida Abadessa y en julio del mismo año, hubo la famosa exclaustración, con motivo de la cual, el Estado se incautó del Monasterio. La exclaustración duró de 1835 a 1851. Las monjas que tuvieron que salir eran: Abadesa Dª Francesca de Grau y de Miró, Dª Apolonia Tarragó Puigvert, Dª Isabel Plana y Milán de la Roca, Dª Mª Rosa Aguiló, Dª Mª Magdalena Pujals y Dª Maria Anna Tolosa. Durante la exclaustración vivieron en casa de sus familiares menos Dª Anna Tolosa que fue a Sant Daniel de Gerona.
En 1851, una vez hecho el concordato entre la Santa Sede y las Cortes Españolas, las monjas recibieron un Oficio del sr. Obispo, dr. D. Josep Domingo Costa para que volvieran a la clausura.
Deseando las monjas de dar cumplimiento a la orden recibida del sr. Obispo, se dispusieron a habilitar la casa nº 10 de la calle de les Comptes, que era propiedad de la Comunidad, haciendo las debidas reformas y las obras más necesarias, pudiendo instalarse el 17 de noviembre de 1851. Devolvieron las mismas monjas antes citadas y la postulante Srta. Joaquina Farell y Cabot (que más tarde fue Abadesa).
Cuando después del Concordato entre la Santa Sede y las Cortes Españolas devolvieron las Religiosas a sus respectivos conventos, las de Sta. Clara no pudieron hacerlo, debido a que el Estado había cedido el “Palau” o sea el convento, en el Archivo de la Corona de Aragón.
La abadesa hizo las convenientes reclamaciones para la devolución del Monasterio, Palau. Pero no pudieron obtener nada. Lo más triste fue que en 1838, el archivero de la Corona de Aragón, íntimo amigo de la Comunidad, que tenía el archivo en el edificio de la Audiencia, convenció a las monjas, que el monasterio se conservaría mejor, si durante la ausencia forzada de las monjas, por motivo de la exclaustración, se trasladara provisionalmente allí el Archivo, y él mismo se ofrecía a guardarlo. Pero éste abusó de la confianza que le tuvieron, y solicitó y obtuvo del gobierno, por Real Orden de la Reina, que se le concediera el Convento de las monjas benedictinas de St. Anton y Sta. Clara de Barcelona.

La Abadesa Rosa Aguiló (1855 - 1876)
Después del Concordato de la Santa Sede y el Gobierno Español, todas las Órdenes Religiosas que estaban sujetas directamente a ella, quedaron bajo la jurisdicción del Obispado. Por tanto, las monjas del Monasterio de St. Antonio y Sta Clara de Barcelona, ​​perdieron la exención y ya no fueron confirmadas por el Papa.
En 1855 fue elegida Abadessa Dª Rosa Aguiló. Asistieron a su elección: el Excelentísimo Vicario General D. Ramon de Ezenarro, delegado del sr. Obispo de Barcelona, ​​dr. D. Joan Perelló Rector de La Iglesia de Sta. María del Mar como secretario, y como escrutador Don Pedro Cuñer, monje exclaustrado del extinguido Monasterio de San Salvador de Breda, y D. Luis de Tord, monje exclaustrado del Monasterio de Santa María de Ripoll.
El gran evento del Abadiat de Dª Rosa Aguiló, fue el de restablecer la vida en común que debido a las circunstancias críticas y económicas, a partir del año 1787 vivían en peculio, como ya hemos visto. Cada monja le entregó su peculio y todo lo que les pertenecía, y se obligaban a trabajar, por más asegurar la subsistencia, y poder quedarse en el claustro. Dª. Abadesa, contenta de la resolución de su comunidad, despidió a las sirvientas seculares que había en el monasterio y también a la portera. Las sirvientas que quisieron quedarse, pasaron a ser monjas de obediencia, vistiendo todas el escapulario como señal de observancia religiosa, y formando parte de la Comunidad, conforme el espíritu de la Regla de Sant Benet.
El día 17 de noviembre se establece, de nuevo, la vida en común. En 1856 pusieron el noviciado en el tercer piso de la casa donde estaba constituida la clausura y se cambiaron la toca y el hábito, más acorde con la pobreza de la vida en común.
El día 30 de octubre de 1859 fue bendecida la Abadessa Dª Mª Rosa Aguiló.

En 1865 murieron víctimas del cólera: Sor Josepa Solé, de treinta años, Sor Teresa también de treinta años, la cual profesó antes de morir, y Dª Concepció Almendro de veintinueve. Fueron enterradas en el cementerio público de Barcelona.

En 1869, SR. Gobernador de Barcelona, ​​D. Manuel León Moncasí, entró en el Monasterio, y con su autoridad que había recibido del Gobierno revolucionario, las obligó a salir, dejando desempleado el monasterio y con la orden de trasladarse a Mataró, en el Convento de las Carmelitas Descalzas de aquella ciudad. Por fin pudieron obtener permiso para ir a una casa de la Riera de St. Juan nº 19, gracias a la intervención del sr. Obispo de Barcelona, ​​D. Pantaleón Navarro, de Montserrat. Aquella noche se quedaron en el monasterio la sra. Abadesa, la Subpriora Dª Lluïsa Farell, y la secretaría Dª Dolors Cornet, y para poder sacar todo lo del monasterio; les ayudaron familiares y amistades. Tapiaron la Iglesia, etc. Antes de irse la sra. Abadesa Dª Rosa Aguiló, hizo una solemne protesta al sr. Gobernador.
Dos días después el sr. Obispo de Barcelona, ​​fue a visitarlas a la casa de la Riera Alta de San Juan donde se habían instalado, para confortarlas.
En 1870 estando todavía en dicha casa, se declaró el cólera en Barcelona. Eran muchos los que murieron víctimas de esa epidemia. En aquella pequeña casa casi sin ventilación, la situación de las monjas era muy crítica, pues era un lugar tan reducido, que si entraba la epidemia se contagiarían todas, y, por otra parte, temían, con razón, que sus familiares las fueran a buscar, y entonces se disolviera la comunidad. Acudieron al P. Abad de Montserrat pidiendo refugio en Montserrat. A esta humilde petición, accedió generosamente el P. Abat Muntades para salvarlas del contagio, ya que la epidemia se iba extendiendo, cada vez más progresivamente, a Barcelona.
Se trasladaron en tres secciones:
Primer turno. – Salieron el 13 de septiembre de 1870:
Dª Ramona Pompidó, Isabel Plana, Beneta Oller, Maria Genovés, Clara Artigas, Concepción Pompidó, Mercedes Llusá, Escolástica Amores, Ildefonsa Barbarà, Asunción Torrents, Pilar de Macià, Encarnación de Macià, Presentación de Nunell, Concepción Francesc, Sor Antonia y Sor Teresa.
Segundo turno. – Salieron el 14 de septiembre:
La Abadesa Dª Rosa Aguiló, Dolores Cornet, Gertrudis Casas, Soledad Mata y Sor Adelaida Roses.
Ter turno.- Salieron el 15 de septiembre:
Dª Magdalena Pujols, Lluïsa Farell, Eulalia Basart, Montserrat Mata, Francesca Cornet, Plácida Genescà y Sor Coloma Grau, Salomé Ferrer y Josepa Boadella.

En Montserrat se les destinó las celdas de St. Benito. Mientras arreglaban una sala por oratorio asistían a las diversas Horas Canónicas y Misa en la Basílica.
Una vez arregladas las habitaciones tuvieron tres días de campo, después se recluyeron en clausura, siguiendo en toda la observancia monástica.
En diciembre del mismo año, extinguida ya la epidemia y fuera de peligro, regresaron a Barcelona, ​​pero no al monasterio, sino otra vez a la casa de la Riera de Sant Joan.
Antes, fueron a despedirse de la Virgen de Montserrat, y cada una escribió una “cobla”. Tuvieron todo el día para recorrer la Santa Montaña, menos Dª. Abadesa que se quedó con una anciana, una monja enferma y una hermana. Las monjas fueron a la Sta. Cueva, en Sant Geroni, en Sta. Cecilia.

Por fin en 1872, gracias a Dios, pudieron volver y tomar posesión otra vez del Monasterio, después de muchas reclamaciones, el día nueve de febrero, acompañadas del P. Abat Muntades, de Montserrat, y otros monjes del mismo Monasterio. En agradecimiento al P. Abad de Montserrat, al año siguiente Dª. Abadesa Dª Rosa Aguiló le envió un terno completo.

El 17 de octubre de 1876 moría Dª. Abadesa, Dª Rosa Aguiló.
Durante el Abadiat de Dª. Abadesa Dª Rosa Aguiló, tuvieron muy buenas relaciones con el Padre Abad de Montserrat, tanto personalmente, como por correspondencia.

Las últimas Abadesas del siglo XIX

Abadesa Luïsa Farell (1876 – 1885)
El día 1 de octubre fue elegida abadesa Dª Lluïsa Farell.
La amistad del P. Abad Montadas con Dª Rosa Aguiló se fundamentaba sólo en el hecho de que era abadesa de la Comunidad del Monasterio de San Antón y Santa Clara; por eso esta amistad continuaría siempre, mientras la observancia no disminuyera. Así lo expresa el P. Abat Muntades en la carta que escribió en la nueva Abadesa con motivo de su elección.

Abadesa Escolástica Amores (1885 – 1892)
Después de la muerte de Dª. Abadesa Dª Mª Lluïsa Farell, el SR. Obispo de Barcelona, ​​D. Jaume Català, pasó Visita al Monasterio, y se hizo la elección de la nueva abadesa, que recayó a favor de Dª Escolástica Amores.
El sr. Obispo hizo algunas modificaciones, y dispuso: que debido a tener tan poco lugar en el monasterio, el número de monjas no pasaran de 24, y al ser 40 monjas, sólo permitió que por cada tres defunciones podía entrar una aspirante, hasta que llegaran al número de 24.
Durante el abadiato de Dª Escolástica Amores, no parece haber relaciones con Montserrat, pero en 1889 Dª. Abadesa escribió en la Trapa de Lion-Vaise, para hacer unas preguntas sobre la observancia monástica benedictina. Hacía ya 18 años, según afirma, que deseaba tener comunicaciones con algún monasterio trapense, y ahora que tiene la ocasión, lo hace y pide consejo sobre la observancia del silencio perpetuo, que tanto le preocupa, antes de implantarlo en la Comunidad.
Esta Abadesa no permitió que hubiera visita a los habladores, los domingos, por ser día consagrado al Señor.

Abadesa Eulalia Basart (1892 – 1909)
El día 1 de marzo de 1892, el P. Abad Deás escribió a la Señora Abadesa, con motivo de haber sido elegida abadesa.
Las cartas del P. Abat Deàs, son muy distintas a las del P. Abat Muntades, no se nota la paternidad y solicitud de aquél. El P. Abat Deàs sólo escribe a Dª. Abadesa y más bien por cosas materiales. Esta Abadesa, recién elegida, puso el velo negro a las hermanas conversas, y que asistieran a la Conventual en el Chor.
En 1899 cerraron la escuela, que habían abierto por razón de la Ley de Mendizabal que suprimía todas las Órdenes Religiosas que no se dedicaran a la enseñanza o asistencia social.
El día 25 de julio, fiesta de St. Jaime Apóstol, una monja viejecita, Sor Josefa, dijo a la Comunidad reunida en recreación, que ya hacía unos días que desde su celda que daba a la calle de los Condes, había oído conversaciones que hacían temer algo terrible contra las iglesias y conventos, pero no le hicieron caso, pensando que no tenía fundamento sus presagios, ya que aseguraba que sería el mismo día de St. Jaime. El 27 supieron que habían quemado algunas fábricas, y familias de la comunidad les avisaron de que se temía una revolución. A las 10 de la mañana empezaron a dar a amistades y familias todo lo que tenían de mayor valor, para poder conservarlo. Abadesa recibió el aviso de abandonar el monasterio, pues el tiroteo se sentía cada vez más cerca. Se repartieron vestidos de seglar e inmediatamente salieron acompañadas de los familiares o conocidos.
Dª Mª Mercè, la sacristana, fue a la iglesia y tomó el S.S. Sacramento y acompañada de la novicia que llevaba una palmatoria para iluminar al S.S. al salir encontraron dos señoritas conocidas, una de ellas se quitó el manto que llevaba, poniéndolo en los hombros de Dª Mercè, para tapar el cupón, que llevaba al descubierto.
Las últimas de salir del Monasterio fueron la portera Dª Consol Queraltó, la Maestro de Novicias Dª Neus, y la novicia que es la que relató los acontecimientos de estos días.
Dª Angela Morgada salió con Dª Mercedes Troette, y fué a refugiarse en casa de los Sres. Marino, que vivían cerca del monasterio, y que las recibieron con mucha delicadeza y atención.

SECLE XX

Abad Antoni Marcet de Montserrat, el primero que procuró la estancia de las monjas en Montserrat.

Monasterio de Benedictinas de la ciudad de Milán, donde estuvo gran parte de la Comunidad de Sta. Clara durante nuestra guerra civil de 1936-39.

Hermana M. Natividad Iglesias y de Abadal, que entró en el Monasterio de Sta. Clara, en el Palacio real, y fue, durante muchos años, la Priora de la M. Cecilia, en el Monasterio de St. Benet de Montserrat.

Las primeras Abadesas del siglo XX

Abadesa Mª Concepción Francesch (1909 – 1922)
En 1922 murió Dª. Abadesa Concepción Francesch. Presidió el entierro y funerales el P. Abad de Montserrat D. Antoni Mª Marcet.

Abadesa Dª Mª Escolástica Marrugat (1922 – 1940)
Dª Mª Escolástica Marrugat y Castro, última Abadesa del Monasterio de St. Antonio y Sta. Clara de Barcelona. Entró en el convento el día 29 de septiembre de 1892, vistió el hábito el día 28 de enero de 1983, y profesó el 29 de enero de 1894. Fue elegida Abadesa el día 24 de enero de 1022 y confirmada en la elección por la Santa Sede. Recibió la bendición abacial de manos del sr. D. Ramon Guillamete, Obispo de Barcelona, ​​que actuó como Delegado del Santo Padre Pío XI. Escogió como lema abacial “Ecce venio ut faciam, Deus, voluntadem tuam”.
El anhelo de toda su vida era copiar en ella los rasgos de humildad y caridad de Nuestro Señor Jesucristo.
Para mantener más la unión de la vida monástica, ordenó que las hermanas conversas, comieran al Refectorio junto a las coristas, y les dio una Prefecta que se cuidara de todo lo que necesitaran.

La guerra civil española

El día 19 de julio, de 1936, a las 4 y 35 minutos de la madrugada, durante las Matines, se oyeron las primeras descargas. Por prudencia continuaron el rezo al comulgador. Todo el día siguió el tiroteo con el consiguiente temor.
El día 20, el dr. Masdexexart, se presentó en el monasterio vestido de seglar, y después de dar la noticia de que los militares habían sido vencidos, y que milicianos, anarquistas y comunistas se daban a toda clase de disparates, incendiaban, asesinaban, etc. y que la Autoridad se veía impotente para sofocarlo, nos dio a asumir la Reserva y dijo: “Sin perder tiempo, salgan todas”.
En pequeños grupos fueron a las casas de los familiares o amistades que, previamente, les habían ofrecido sus domicilios.
Algunas monjas, a los pocos días se refugiaron en el piso que tenían en la Ronda de St. Pedro de Barcelona, ​​los monjes de Montserrat.
El día 30 del mismo mes, los milicianos realizaron un cacheo en dicho piso, con algunas detenciones.
Durante los primeros días fue muy dura la situación de las monjas, puesto que no teniendo permiso para circular, debían solicitarlo a la Generalitat, donde estaba lleno de milicianos que impedían los trámites. Una vez tenían el permiso, durante el viaje hacia sus pueblos, algunas tuvieron que sufrir registros e incluso algunas fueron detenidas, y amenazadas.
El día 10 de septiembre, la M. Abadessa Dª Mª Escolástica Marrugat, y parte de la Comunidad, marcharon a Italia al Instituto “di St. Benedetto”, en Milán, Montefiscone, Griffa, y otros monasterios de las benedictinas de la Adoración Perpetua.
Las monjas que se trasladaron a Italia fueron:
Mª Abadessa Dª Mª Escolástica Marrugat, Mª del Rosario Carrau, Rosa Duran, María de la Torre, Mª de los Ángeles, Mª Clara, Mª Elena, Mª Montserrat Jacas, Mª Josepa Arnaldo, Mª Agnès Brunet , Mª Dolores Hielo, Mª Gertrudis Margarit, Mª Montserrat Figueras, Sor Pilar Vivan, Mª Soledad Parera.
Todas fueron hospedadas con mucha caridad.
Dª Mª Assumpció Artigues y Sor Mª Jesús, también fueron a Milán, pero el día 10 de junio de 1937, de parte de la M. Abadesa, fueron a Marsella a recoger en aquella ciudad a Dª Mª Lluïsa, Sor Maria Gil y Sor Anna Mª Atienza, que después de marcharse de Barcelona, ​​y con muchas dificultades, habían podido llegar a Marsella. De allí las cinco, se embarcaron hacia Gibraltar a donde llegaron el 18 del mismo mes. Después de haber sido hospedadas en el convento de las “Religiosas de los Desamparados”, emprendieron el viaje por tren por la parte de la España Nacional, debiendo realizar muchas paradas y cambios de trenes. Llegaron al fin a Corella, les esperaba la madre de Sor Ana Mº Atienza y la compradora de las benedictinas de Corella. En aquel hospitalario Monasterio, se quedaron hasta que acabó la guerra.
Dª Ana Mª Trabal, profesa trienal, tuvo ocasión de trasladarse en septiembre de 1937 a Francia, en el monasterio de Sta. Cecilia de Solesmes. En ese monasterio, donde se vivía profundamente el espíritu monástico y litúrgico, fue acogida fraternalmente y conducida al noviciado. Allí renovó su profesión trienal.
Dª Mª Concepción Boguñà, se quedó en Barcelona, ​​por haberle pedido Dª. Abadesa que quisiera encargarse de las monjas que se quedaban en Catalunya, lo que hizo con ferviente solicitud.
Cuando empezaron los bombardeos de Barcelona, ​​con su familia se trasladó a St. Andrés de la Barca y más tarde en Castellbisbal, hasta que acabó la guerra. Durante este tiempo siguió relacionándose más o menos, con otras monjas de la Comunidad.
El día 24 de octubre de 1938, Sor Mª Teresa Coromina, que estaba en Ripoll para ayudar a una hermana suya, fue a buscar agua al río Ter, cayó y murió ahogada.

Después de la guerra civil

El día 31 de marzo de 1939, una vez terminada la guerra civil, Dª. Abadesa Dª Mª Escolástica Marrugat, acompañada de Dª Mª Rosa Duran y Dª Roser Carrau, emprendieron el viaje de regreso a la Patria. Hicieron noche en las benedictinas de Génova, allí se encontraron con el dr. Masdexexart y su madre, y se embarcaron hacia Barcelona. En el puerto las esperaba Dª Mª Concepción Boguñà, pocos momentos después se juntaron Dª Mª Francesca, Dª Mª Bernarda y la postulante Maria Iglesias.
No pudiendo regresar al antiguo Monasterio de la calle de los Condes de Barcelona, ​​porque estaba incautado por el Ayuntamiento de la Ciudad, fueron de momento a casa de Dª Mª Concepció Boguñà, las cuales fueron amablemente atendidas por su padre y su hermana Enriqueta .
Por medio de Dª Mª Assumpció Artigas, que tenía una hermana monja de Pedralbes, la Comunidad de aquel monasterio les dejó un pisito que tenían y que estaba desocupado. El día 6 de junio pudieron trasladarse Dª. Abadesa con sus dos acompañantes de Italia. Pronto se reunieron también Dª Mª Bernarda, Sor Ana Mª Atienza y Dª Assumpció Artigas.
A los pocos días les fue a visitar el P. Abad de Montserrat, D. Antoni Mª Marcet. Empezaron a hacer instancias para recuperar el Monasterio, pero nada pudieron conseguir.
La M. Abadesa, debido a su precario estado de salud, no podía asistir a la Misa Conventual de las monjas de Pedralbes, que era donde iba la pequeña comunidad de Sta. Clara, porque al ser tan pequeño el pisito no podían tener oratorio. La M. Abadessa sólo podía asistir los domingos, y todavía llevándola a peso de brazos con una silla.
A medida que podían se iban presentando las monjas dispersadas. El pisito ya era incapaz para acogerlas y se hacía indispensable buscar sitio más ancho para que pudieran caber todas. Se repitieron las instancias para recuperar el antiguo monasterio, pero siempre el mismo resultado.
Por medio del P. Confesor de la Comunidad, Rvnd. Antoni Planas que era cura de las Reparadoras, éstas les dejaron una parte del convento que tenían en la calle Ganduxer y Mahon. La Providencia velaba amorosamente. El día 13 de septiembre ya se pudieron alojar.
El día 20 de noviembre las monjas de la Comunidad que todavía estaban en Italia, volvieron a Barcelona.
El día 30 del mismo mes, delegado por la Santa Sede, comenzó la Visita Canónica el P. Abad General de la Congregación Cassinense D. Emmanuel Caronti, quien, según consta en las Actas, les habló animándolas a reemprender la obra de la reconstrucción, poniendo toda la confianza en Dios.
El día 31 de diciembre, se reintegró a la Comunidad, la postulante Maria Iglesias.

Según consta en las crónicas, en Montserrat, desde septiembre, estaban las monjas que durante el tiempo de guerra habían estado con sus familiares en la provincia de Lleida: Maria Beneta Pasqual, Mª Concepción Mayoral, Mª Gertrudis Vilalta, Sor Mª Marta , esta profesa temporal.
Estas monjas trabajaban por el Monasterio de Montserrat, mientras esperaban poder volver al Monasterio de Santa Clara, lo que lo hicieron en enero de 1940.
El día 31 de enero de 1940, según consta en el Libro de Actas, Rvdm. Abad de Montserrat D. Antonio Mª Marcet reunió la Comunidad de Sta. Clara en el Oratorio, y después de una ferviente plática, las animó a la confianza y abandono en manos de Dios.
El día 27 de febrero, el P. Prior de Montserrat D. Aureli Mª Escarré, fue a Sta. Clara y, después de saludarlas, les comunicó que el Rvdm . P. Abad de Montserrat y él, habían sido llamados: Delegados del P, Abad General y por el Sta. Sede, como Visitadores Apostólicos y Superiores de las cuatro Comunidades de monjas benedictinas de Cataluña.
En Semana Santa del mismo año, encontramos en las crónicas, que fueron invitadas las monjas a subir a Montserrat, todas las que después de la guerra no hubiesen podido subir. Se quedaron hasta el día 24 de marzo, que era lunes de Pascua.

El día 5 de marzo, se realizó un contrato. Por una parte Dª. Abadesa de Sta. Clara y por el otro el Rvnd. D. Antoni Alern, Ecónomo de la Iglesia Parroquial de St. Jaime de Barcelona. En dicho Contrato, según las Actas, se trasladó el retablo del Altar Mayor del antiguo monasterio de St. Antonio y Sta. Clara (calle de los Condes) en la Iglesia Parroquial de St. Jaime de Barcelona. Dicho retablo era de estilo barroco. El traslado se realizó en calidad de depósito.
Este retablo, junto con sus respectivas imágenes, durante la guerra, se conservó en el Palacio Nacional de nuestra Ciudad.
Dª. Abadesa Dª Mª Escolástica Marrugat, que estaba muy enferma del corazón, se fue empeorando. El día 16 de abril el Rvdm. Padre Abad de Montserrat D. Antonio Mª Marcet, le administró los Santos Sacramentos y le asistió hasta los últimos momentos, ya que murió ese mismo día.

Priora Administradora: Mª Mercedes Poch, 1940 – 1941

En aquellos momentos tan tristes, estando Mi Señora de cuerpo presente, los P.P. Visitadores: P. Abad de Montserrat D. Antoni Mª Marcet y el P. Prior D. Aurelio Mª Escarré, también del Monasterio de Montserrat, nombraron como Priora Administradora a Dª Mª Mercedes Poch, monja del Monasterio de St. Pedro de las Puelas de Barcelona.
Los funerales de Dª. Abadesa Dª Mª Escolástica Marrugat del Monasterio de St. Antonio y Sta. Clara de Barcelona, ​​los celebró el P. Prior de Montserrat D. Aurelio Mª Escarré, el día 17 de abril, y el entierro fue el día 18 del mismo mes.
En julio del mismo año 1940, fue nombrada Maestro de Novicias del Noviciado Común de St. Pedro de las Puelas de Barcelona, ​​Dª Montserrat Figueras, que había profesado solemnemente el día 1 del mismo mes de julio. Como ayudante del Noviciado Común fue nombrada Dª Anna Mª Trabal. Ambas marcharon al monasterio de St. Pedro el día 3 de agosto de ese año, con la postulante Maria Iglesias.
El día 11 de octubre, SR. Visitador P. Abad D. Emmanuel Caronti, visitó la Comunidad y con mucha satisfacción, anunció que ya tenían casa: El Castillo de la calle Copérnico. Lo había arreglado el mencionado P. Abad General, junto con los P. P. Visitadores de Montserrat. El día 15 de octubre se firmó el contrato de compra-venta con el Banco Alemán Transatlántico, que era su propietario, y el 16 se les entregaron las llaves.
El día 3 de mayo de 1941, el Ayuntamiento de Barcelona, ​​después de muchas discusiones, pagó el convento de la calle Comtes de Barcelona y Plaza del Rey, por valor de 879.182 ptas.

 

Hacia la unión de las dos Comunidades

Priora Administradora, Concepción Boguñà (1941 – 1945)
El día 22 de octubre de 1941, fue nombrada Priora Administradora Dª Mª Concepción Boguñà, retornando a su Monasterio de St. Pedro de las Puelas, la que hasta entonces lo había sido: Dª Mª Mercedes Poch.
El primero de octubre de 1944, el P. Abad de Montserrat visitó el Monasterio y, después de haber dado la noticia que cesaba en el cargo de P. Vicario el P. Josep Mª Gassó, y desde entonces lo sería el P. Olaguer Mª Porcel, dio la orden que ya podían devolver del Noviciado Común de St. Pedro, las profesas de votos simples, quedando ya instalado el noviciado en el monasterio de Sta. Clara.
El día 16 del mismo mes, llegaron las cuatro profesas de votos simples que estaban en el Noviciado Común. Las recibieron en procesión y cruz alzada y con varios cantos. En el Coro la M. Priora les dio el asiento que les correspondía y después, en el Capítulo, la Comunidad les dio el abrazo de hermandad.
El día 5 de mayo de 1945, según consta en el libro de Actas, se determinó vender la finca del cargo de Copérnico, al no reunir las debidas condiciones para Monasterio definitivo. Se acordó vender esta finca y comprar otra que había sido ofrecida en la Comunitat, situada en terreno de huerta, llamada “Can Barret”. Después, pasaron la votación y ésta resultó favorable.

Priora Administradora, Anna Mª Trabal(1945 – 1951)
El día 24 de noviembre fue nombrada Priora Administradora Dª Anna Mª Trabal. El día 23 de mayo de 1946, se reunió en Capítulo la Comunidad, presidiéndolo el Rvdm. P. Abad de Montserrat D. Aurelio Mª Escarré, acompañado del Rvnd. P. Oleguer Mª Porcel.
El P. Abad abrió el acto y expuso el objeto del Capítulo: “ En representación de la Santa Sede y en nombre de la misma, pide a la Comunidad de St. Antonio y Sta. Clara, si quiere aceptar como superior jerárquico el Abad del Monasterio de Sta. María de Montserrat, pidiendo a las allí presentes que, con toda libertad y según el dictado de la propia conciencia, declaren en votación rigurosamente secreta, su voluntad.” La votación dio el resultado favorable.
El día 12 de septiembre regresó al Monasterio, Dª Mª Montserrat Figueras, que ejercía el cargo de Maestro de Novicias del Noviciado Común de St. Pedro de las Puelas, y que después de haberse cerrado ya dicho noviciado, había continuado como Maestro de Novicias de aquel Monasterio.
El día 10 de febrero de 1947, Fiesta de Sta. Escolástica, asistieron cinco monjas de la Comunidad en el Pontifical de Montserrat, reuniéndose con algunas monjas del Monasterio de St. Pedro de las Puelas y casi toda la Comunidad de Sta. Cecilia. Después de la Conventual el P. Abad de Montserrat las recibió. Más tarde, todas fueron a comer al Monasterio de Sta. Cecilia.
El día 9 de octubre del mismo año, se reunió la Comunidad en Capítulo, y allí les fue notificada la disposición del P, Abad de Montserrat, D. Aurelio Mª Escarré, de que habiendo finalizado el tiempo fijado en la compra de la casa de la Calle Copérnica, y no tener todavía la Comunidad monasterio, se les ofrecía la facilidad de poder alquilar una casa en Ripollet, propiedad de la familia del P. Josep Mª Gassó, monje de Montserrat, y Vicario de la Comunidad de Sta . Clara.
Debido a que la casa era más pequeña de lo que la Comunidad necesitaba, fueron destinadas a otros monasterios las monjas siguiente:
Dª Mercedes Troette y Dª Mª Dolores Hielo en St. Pedro de las Puelas, Dª Mª Clara Domingo en San Daniel de Gerona, Dª Mª Bernarda Grau en Jaca. Las profesas temporales en Sta. Cecilia, y Sor Mª Gertrudis Vilalta que estaba enferma, estuvo una temporada en su casa, por disposición de los superiores.
El día 28 del mismo mes, dejaron definitivamente la casa de la calle Copèrnic, para instalarse en Can Minguella, en Ripollet.
El día 6 de agosto de 1948, debido a que el presupuesto de la edificación del futuro monasterio en Horta, subía una cantidad muy superior a lo que la Comunidad tenía, el P. Abad de Montserrat, por medio del P. Josep Mª Gassó, propuso unir la Comunidad de Santa Clara con la de San Benito de Mataró, que desde después de la guerra estaba en Sta. Cecilia.
El día 22 de marzo de 1949, según consta en las Actas de ese día reunida en Capítulo la Comunidad, la M. Priora notificó que el P. Abad había determinado que fuera vendido el terreno que habían comprado en Horta para edificar en él el nuevo monasterio. La Comunidad dio su conformidad.

El 5 de Septiembre, el P. Vicario, notificó a la Comunidad que el día 26 del mes anterior, se había firmado el contrato de lo que sería el nuevo monasterio de Sta. Clara, en la montaña de Montserrat, en el Hotel Marcet.
Y el día 6 del mismo mes, según consta en el libro de Actas, reunida en Capítulo la Comunidad, la Rvda. M. Priora les dijo que se habían reunido por el asunto de la unión de la Comunidad de Sta. Clara con la de Sta. Cecilia, según el querer del P. Abad de Montserrat:
La propuesta fue unánimemente aceptada a excepción de un voto negativo.
El resultado de la votación fue enviado al P. Abad de Montserrat Dom. Aurelio Mª Escarré, Visitador Apostólico Delegado.
El día 19 de enero de 1951, pasaron Visita al Monasterio de Santa Clara, P.P. Visitadores D. Oleguer Mª Porcel y D. Josep Mª Gassó y una vez efectuada ésta, les dieron la noticia de que ya tenían en Montserrat el Rescripto firmado por la Santa Sede, que daba el permiso para unirse las dos Comunidades de monjas benedictinas de Sta. Clara de Barcelona y la de San Benito de Mataró.

Priora Administradora, Mª Cecilia Alemán(1951 – 1952)

El día 21 de febrero de 1951, los PP. Visitadoras reunieron a la Comunidad, a la que notificaron que habían aceptado la renuncia de Dª Anna Mª Trabal, en el cargo de Priora Administradora, y como tal, fue nombrada Dª Mª Cecilia Alemán.
El día 27 de febrero, teniendo ya el P. Abad de Montserrat el Decreto firmado por la Santa Sede que permitía la unión de las dos comunidades mencionadas. Deseaba llevarlo a cabo muy pronto, y en este fin serían comenzadas lo antes posible las obras del nuevo monasterio, que se llamaría de San Benito de Montserrat.

Si alguna monja no quería formar parte del nuevo monasterio, se le permitiría trasladarse a otra comunidad que quisiera aceptarla.
El día 27 de junio, tuvo lugar en Montserrat, una reunión presidida por el P. Abad de Montserrat, para hablar de la unión de ambas comunidades. Asistieron Dª. Priora, Dª. Subpriora y una decana de cada Comunidad, y los P.P. Vicarios respectivos, junto con el P. Secretario de la Visita.
Después de mirar los planos del nuevo Monasterio, hablaron de lo económico. Terminada la reunión fueron a visitar la finca donde debía ser edificado. Al atardecer, las monjas fueron a Sta. Cecilia donde pasaron la noche. Al día siguiente las monjas de Santa Clara subieron otra vez a Montserrat para asistir a Vísperas, y al día siguiente regresaron a Ripollet.
El día 2 de julio a petición del P. Abad de Montserrat, se hizo una votación para dar el consentimiento para utilizar las 2.000.000 ptas. que disponía la Comunitat, para las obras del nuevo Monasterio. La votación resultó unánimamente favorable
El día 11 de febrero de 1952, dos monjas de Sta. Cecilia junto con Dª Mª Montserrat Figueras, fueron enviadas por el P. Abad a Estella, para organizar el Noviciado Común de Navarra y Aragón.
El día 30 de abril, Mª Priora Dª Mª Cecilia Alemán con Dª. Subpriora de Sta. Cecilia, llamadas por el P. Abad de Montserrat, subieron para ultimar las cosas referentes a la unión. El mismo día fue a Ripollet el P. Prior de Montserrat D. Gabriel Mª Brasó, para decirles que el día 27 del mismo mes, Fiesta de la Virgen de Montserrat se había decretado la fusión de los dos Monasterios de St. Antonio y Sta. Clara de Barcelona y el de San Benito de Mataró, formando una sola comunidad con el nombre de San Benito de Montserrat.
Por falta de local en Sta. Cecilia, donde por el momento residiría la nueva Comunidad de St. Benet de Mataró, se trasladarían seis monjas, una novicia y la postulante de Sta. Clara, y algunas monjas y el noviciado de Sta. Cecilia, en San Daniel de Girona. El noviciado quedaría así establecido en el citado Monasterio de Girona.
El día 8 de mayo se marcharon a Girona las monjas que había sido destinadas, junto con las de Sta. Cecilia, que también tenían que ir, que estuvieron unas horas en Ripollet.
St. Daniel las recibieron con repique de campanas y con Cruz alzada. Dª. Abadesa y Comunidad de Girona con las que llegaron de Barcelona y Montserrat, se reunieron en la Sala Capitular. Allí, el P. Prior de Montserrat D. Gabriel Mª Brasó, leyó el documento firmado por el P. Abad de Montserrat, en el que quedaba aceptada la dimisión de Dª. Abadesa Dª Carmen Poch, y después fue leído el documento en el que era nombrada Priora Administradora Dª Mª Catalina Torra, monja del Monasterio de St. Benet de Mataró, residiendo en Sta. Cecilia de Montserrat.
El día 11 de mayo de 1952, las monjas del Monasterio de St. Antonio y Sta. Clara de Barcelona que salieron de Ripollet para trasladarse a Sta. Cecilia, eran catorce: algunas ya estaban, y otras estaban en diferentes monasterios de España, sin contar las que se habían marchado a Girona. La Comunidad de Sta. Clara cuando se unió con la Comunidad de St. Benet de Mataró, contaba treinta y seis miembros.
Después de despedirse, con agradecimiento, del buen sr. Rector Mn. Francesc Montoliu, visiblemente emocionado, así como sus feligreses que llenaban la calle Calvario y cruce de carreteras, todos con lágrimas en los ojos, ya que les dolía ver salir de su tierra a las monjas de St. Benito que tanto habían amado y venerado.
El autocar de las Escuelas Pies de Sarrià, cedido amablemente por el P. Rector, las trasladó a Montserrat. Llegadas a Montserrat, se dirigieron inmediatamente a los recibidores donde las recibió el P. Subprior D. Oleguer Mª Porcel.
Se alojaron hasta el día 13, en unas celdas del primer piso del edificio “Abat Oliva”.
A las tres y media de la tarde, tenían hora en el Recibidor del Monasterio de Montserrat, donde las esperaba el P. Subprior y el P. Secretario, que les hablaron de la fiesta que se organizaría el día 13 del mismo mes.

La Unión
Día 13 de Mayo de 1952

En la cripta de la Basílica, el P. Prior celebró la Misa. Fue la última Misa de la Comunidad de San Antonio y Sta. Clara de Barcelona.
A primeras horas de la tarde, salieron hacia Sta. Cecilia. Llegaron al Monasterio alrededor de las tres de la tarde. Por indicación del P. Oleguer, se dieron el abrazo las dos Comunidades, en el recibidor mismo. En un instante había quedado hecha la unión de ambas Comunidades. Cuando llegaron el P. Prior, P. Subprior, P. Odilón y P. Josep Mª, las saludaron brevemente, y se dirigieron al Coro por orden de profesión. En el Coro fue leído el Decreto de Unión de ambas Comunidades.