LA SAGRADA FAMILIA – 29 diciembre
Ciclo C
JESÚS EN LA CASA DEL PADRE
En el templete de delante, dicen que se guardaba el rollo la Ley judía, por tanto, donde Jesús discutió con los Maestros de la Ley
Lc 2,41-52 Cuando Jesús cumplió doce años, los padres de Jesús subieron con él a la fiesta de Pascua
Son una familia sencilla, pero atenta a lo que el corazón les decía
Jesús creció en brazos de su Madre. Imágenes de Simone Martini. Siena. 1284-1344
Cuando terminó, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo notaran. Ellos se pusieron a buscarlo y, al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén.
Todos tenemos dos paternidades en tensión (del cuerpo y del espíritu), y hemos de vivirlas, sin menospreciar ni una ni otra
Fuente de Ramala donde se dice que los peregrinos galileos descansaban, y donde se supone que María y José echaron en falta al Niño
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Ellos estaban asombrados de su talento y sus respuestas.
Los Maestros estudian la Ley, Jesús la vive
Piedra del suelo del templete
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados.” Él les contesto: ” ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Pero ellos no lo comprendieron.
Todos tenemos dos familias: la de la carne, y la del Espíritu. Las dos importantes
José y María reprochan a Jesús que les haya dejado, y se haya quedado en Jerusalén.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en y en gracia ante Dios y los hombres.
La familia es el mejor sitio para potenciar el crecimiento humano y espiritual de la persona. Nada es fácil, pero todo es posible
En Nazaret Jesús crece, y se prepara para un AMOR sin límites
JESÚS EN LA CASA DEL PADRE
Jesús, naciste para nosotros
pero eres también del Padre.
Tu eres presencia del Padre en la tierra.
También a nosotros nos has hecho
humanos e hijos del Padre.
Actuamos siempre, con los dos compromisos a la vez:
– Rezamos a Dios por el mundo.
– Amamos a Dios amando a los hermanos.
– Nos entregamos a los compromisos con Dios, comprometiéndonos con los que nos rodean.
UNA MONJA DEL MONASTERIO DE SANT BENET DE MONTSERRAT
Regina Goberna